Un jardín mágico


Había una vez un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores. Las margaritas, las rosas y los girasoles crecían felices bajo el cálido sol.

Sin embargo, en ese jardín también había algo más: unos pequeños gusanos que vivían entre la tierra. Estos gusanitos eran muy curiosos y siempre estaban buscando aventuras. Un día, mientras exploraban el jardín, encontraron una casa cercana. Se acercaron sigilosamente para ver qué había adentro.

Al entrar a la casa, los gusanitos se sorprendieron al descubrir que estaba llena de niños jugando y riendo. Los niños parecían tan felices como las flores del jardín.

Los gusanitos observaban con asombro cómo los niños compartían sus juguetes y se divertían juntos. De repente, empezó a llover fuertemente afuera. Los gusanos se escondieron debajo de una hoja grande para protegerse de la lluvia.

Mientras tanto, dentro de la casa, los niños también notaron la lluvia y corrieron a cerrar todas las ventanas. Uno de los gusanitos llamado Benito pensó: "¡Qué valientes son estos niños! Nosotros nos escondemos cuando llueve, pero ellos enfrentan el agua sin miedo".

Decidido a aprender esa valentía, salió de su escondite y comenzó a trepar por la ventana abierta. Cuando llegó al interior de la casa empapado en agua, todos los niños lo miraron sorprendidos. Uno de ellos llamado Martín exclamó: "¡Mira, un gusanito valiente!".

Los demás niños se acercaron a verlo y comenzaron a reírse. Benito, algo avergonzado pero decidido a demostrarles su valentía, les dijo: "Sé que soy solo un pequeño gusanito, pero quiero aprender de ustedes.

¿Me enseñarían cómo enfrentar la lluvia con valentía?"Los niños se miraron entre sí y luego sonrieron. María, una niña muy inteligente, le explicó a Benito: "Cuando llueve, es importante buscar protección para no mojarse demasiado. Pero también es divertido disfrutar de las cosas que nos ofrece la lluvia".

Todos los niños asintieron y salieron al jardín bajo la lluvia. Saltaban sobre los charcos formados por el agua y extendían sus manos para sentir las gotas en sus palmas.

Benito les siguió el ejemplo y empezó a saltar junto con ellos. De repente, algo mágico ocurrió: cada vez que saltaban cerca de una flor, esta crecía más alto y más hermosa. Las flores parecían estar felices de recibir la visita de los niños bajo la lluvia.

María exclamó emocionada: "¡Miren cómo nuestras risas hacen crecer las flores!" Todos los niños rieron aún más fuerte mientras saltaban por todo el jardín haciendo crecer las flores.

Al finalizar su divertida aventura bajo la lluvia, todos regresaron a casa llenos de alegría. Benito se despidió de sus nuevos amigos sabiendo que había aprendido una gran lección sobre valentía y diversión.

Desde aquel día en adelante, los niños visitaban el jardín cada vez que llovía para jugar con las flores y hacerlas crecer. Y Benito siempre estaba allí, listo para saltar y disfrutar de la lluvia junto a sus amigos.

Así, gracias a la valentía de un pequeño gusanito y la alegría de unos niños, el jardín se convirtió en un lugar aún más mágico donde las flores crecían más hermosas que nunca.

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