Un Juego de Amistad
En un soleado vecindario de Buenos Aires, un gato negro de pelaje brillante llamado Amateratsu disfrutaba de la tranquilidad de su hogar. A pesar de ser un gato mayor, siempre había tenido un espíritu juguetón. Sin embargo, con el paso del tiempo, se había vuelto un poco más tranquilo y estaba contento con su vida de contemplación. Pero todo cambió cuando un día llegó una nueva inquilina a la casa de al lado.
Era Cleo, una pequeña gatita de seis meses llena de energía y curiosidad. Desde el primer día, su risa y su entusiasmo resonaban en el aire, y poco a poco, Amateratsu comenzó a notar que su mundo se tornaba más brillante.
Una tarde, mientras Amateratsu tomaba el sol en su terraza, Cleo se acercó corriendo.
"¡Hola, Amateratsu! ¿Quieres jugar conmigo?" - preguntó Cleo con ojos brillantes.
"Jugar?" - respondió Amateratsu, un poco sorprendido. "¿No crees que ya estoy muy viejo para eso?"
Cleo se sentó al lado de él, con una sonrisa traviesa en su rostro.
"¡Eres un gato muy sabio! Pero jugar también es divertido y te mantiene joven de corazón. Ven, solo un ratito. Te prometo que será divertido"
La curiosidad de Amateratsu se vio avivada por las palabras de Cleo. Así que decidió intentarlo. Cleo le enseñó a correr tras una bola de lana, a saltar sobre cajas y a esconderse en lugares divertidos. Amateratsu se dio cuenta de que jugar podía ser emocionante, y en cada salto y cada carrera, recuperaba un poco de esa chispa de alegría que pensaba haber perdido.
Los días se transformaron en semanas, y la amistad entre Amateratsu y Cleo iba en aumento. Sin embargo, un día Cleo se mostró triste.
"¿Qué te pasa, Cleo?" - preguntó Amateratsu, preocupado.
"Hoy es mi día de ir a la veterinaria para el chequeo. Me da miedo y no quiero ir sola" - confesó Cleo.
Amateratsu recordó que, cuando era joven, también había tenido miedos. Entonces, se acercó y le dijo con ternura:
"No tienes que estar sola en esto. Te acompañaré. ¡Juntos seremos valientes!"
Así fue como fueron a la veterinaria. Cleo estaba un poco nerviosa, pero con Amateratsu a su lado, se sintió más tranquila. Mientras esperaban, Cleo le contó sobre sus sueños de explorar el parque, y Amateratsu compartió historias de sus aventuras pasadas.
Luego de la revisión, Cleo salió de la consulta feliz. Había aprendido que enfrentar sus miedos podía ser menos complicado con un amigo a su lado.
"Gracias, Amateratsu. Hoy fui valiente gracias a ti." - le dijo Cleo mientras se acurrucaban el uno al otro.
"Y yo aprendí que no importa la edad que tengamos, siempre podemos aprender algo nuevo y ser mejores amigos." - respondió Amateratsu con una sonrisa.
Desde ese día, su amistad se tornó aún más fuerte y empezaron a planificar aventuras juntos. Quisieron conocer el parque a sus espaldas, donde la naturaleza ofrecía mil juegos: árboles para escalar, hojas para esconderse y mucho espacio para correr.
Un día, mientras exploraban, Cleo encontró un grupo de gatitos perdidos que jugaban entre sí. Se acercó a ellos, pero estaban asustados.
"¡Pobrecitos!" - dijo Cleo. "¿Podemos ayudarles, Amateratsu?"
"Claro, siempre podemos ayudar. Tal vez, jugando también podamos hacerlos sentir mejor." - sugirió Amateratsu.
Cleo propuso un juego de esconderse, y, con la ayuda de Amateratsu, lograron que los gatitos se unieran. ¡Y así, el miedo se volvió risa y alegría!
Cuando regresaron a casa, Cleo miró a Amateratsu con admiración.
"Hoy fue un día increíble. ¡Todo por el poder del juego y la amistad!" - exclamó.
Amateratsu sonrió y añadió:
"Así es, Cleo. A veces, lo más simple puede traer la mayor alegría. ¡Siempre hay algo nuevo por descubrir, sin importar la edad!"
Y así, cada día se convertía en una nueva aventura, donde la amistad y el valor del juego eran protagonistas. Amateratsu había aprendido nuevamente lo que era jugar, y lo más importante: que no hay límites ni en la amistad ni en la diversión. Ambos gatos compartieron no solo momentos de alegría, sino también lecciones valiosas que atesorarían para siempre en sus corazones.
FIN.