Un Juego de Aventuras
Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires, y Marcos, un niño de diez años, estaba emocionado por salir a jugar al fútbol con sus amigos. Antes de salir, le lanzó una mirada a su hermana menor, Triana, que estaba sentada en el suelo de su habitación rodeada de muñecas.
"¡Triana! ¿Vas a jugar conmigo al fútbol?" - le preguntó Marcos, entusiasmado.
"No, gracias, Marcos. Prefiero jugar con mis muñecas. ¡Mirá! Esta se llama Estrella y es una astronauta" - respondió ella, mostrando orgullosa su muñeca más reciente.
Marcos sonrió y salió a la calle, donde sus amigos ya lo esperaban. Pero mientras disfrutaba del partido, no podía dejar de pensar en Triana y en lo mucho que amaba jugar con ella. Sin embargo, sabía que los juegos de fútbol no eran su fuerte.
Esa tarde, cuando Marcos regresó a casa, encontró a Triana organizando una gran fiesta de té para sus muñecas.
"Che, Triana, ¿te gustaría que yo también jugara a tu fiesta de té?" - le propuso Marcos, con un brillo en los ojos.
Triana lo miró sorprendida.
"¿De verdad querés jugar?" - preguntó ella, incrédula.
"Sí, claro. ¡Quiero ver cómo es tu mundo!" - dijo Marcos.
Triana, emocionada, le explicó las reglas del juego.
"Primero, necesitamos más sillas. ¡Y también un menú especial!" - gritó ella, rebosante de entusiasmo.
Marcos comenzó a mover las sillas, y poco a poco, el salón se llenó de risas y globos de colores.
Sin embargo, mientras jugaban, un gran giro inesperado ocurrió. La muñeca Estrella, que Triana había dejado en el borde de la mesa, cayó al suelo y se le rompió el brazo. Triana se echó a llorar al ver a su muñeca dañada.
"No te preocupes, Triana. Podemos arreglarla." - dijo Marcos, tratando de consolarla.
"¡Pero Estrella ya no será la misma!" - exclamó ella, con lágrimas en los ojos.
Marcos, de inmediato, decidió actuar. Juntos, comenzaron a buscar materiales en la casa. Encontraron cinta adhesiva, papel y hasta unos botones viejos que Marcos había guardado.
"Mirá, con esto podemos hacerle un nuevo brazo. Y si le pones la cinta bien, quedará genial" - le dijo Marcos.
Triana, aunque seguía triste, se animó al ver a su hermano tan dispuesto.
"¿Puedes ayudarme a decorar el nuevo brazo?" - preguntó ella, intentando sonreír.
Marcos asintió y empezaron a trabajar juntos. Con cada paso, Triana comenzaba a olvidar su tristeza. Al poco tiempo, lograron arreglar a Estrella y ¡quedó más hermosa que antes!"¡Gracias, Marcos! Ahora Estrella puede seguir explorando el espacio" - dijo Triana, abrazando a su muñeca.
"Y si se pierde, siempre podés contar conmigo para ayudarla a encontrar su camino de regreso" - bromeó Marcos.
Ambos rieron y se dieron cuenta de que, aunque sus juegos fueran diferentes, podían disfrutar juntos y aprender uno del otro. Desde ese día, organizaron un torneo de fútbol en el que las muñecas también eran parte del juego. Triana hacía las camisetas para sus muñecas y Marcos inventaba jugadas especiales para que todos pudieran participar.
Con el tiempo, los hermanos aprendieron que la diversidad de intereses solo enriquecía su relación. Así, cada día encontraban nuevas aventuras en la que combinaban el fútbol con juegos de té, creando su propio mundo lleno de risas y momentos inolvidables.
Y así, con amor y creatividad, Marcos y Triana construyeron un lazo que los unía para siempre, recordando siempre que las diferencias son lo que hace cada juego aún más especial.
FIN.