Un lazo de amistad



Había una vez una niña llamada Calita, a quien le encantaba jugar con su perra Kika en el parque. Kika era una perrita muy juguetona y siempre estaba dispuesta a correr detrás de la pelota o a perseguir mariposas.

Un día, mientras jugaban juntas en el parque, Kika se escapó y empezó a correr sin control. Calita intentó seguirla pero pronto perdió de vista a su amiga peluda.

Desesperada, empezó a buscarla por todo el parque gritando su nombre. Finalmente, después de mucho buscar, encontró a Kika en un rincón del parque junto a un árbol. Pero algo extraño había sucedido con ella: no quería moverse y parecía tener mucho dolor.

Calita estaba muy preocupada por su amiga y decidió llevarla al veterinario inmediatamente. El veterinario examinó cuidadosamente a Kika y descubrió que tenía una pierna rota. "Kika necesita ser operada", dijo el veterinario. "¿Operada?", preguntó Calita asustada.

"Sí", respondió el veterinario, "necesitamos ponerle un yeso para que pueda sanar". Calita sabía que la cirugía costaría mucho dinero y no sabía cómo podría pagarla. Pero no podía dejar que su amiga sufriera así que decidió hacer todo lo posible para ayudarla.

Primero fue al banco donde tenía sus pequeñas monedas ahorradas e hizo un depósito para poder pagar la operación de Kika. Luego pensó en cómo podría entretenerla durante las semanas que tendría que estar con el yeso.

Se le ocurrió que podría leerle cuentos y así Kika estaría distraída y feliz. "Kika, hoy te voy a leer un cuento", dijo Calita mientras se sentaba junto a ella en la cama.

Kika movió su cola emocionada, sabiendo que su amiga estaba allí para cuidarla. Durante las semanas siguientes, Calita visitó a Kika todos los días después de la escuela para leerle cuentos y contarle historias divertidas. Kika se recuperó rápidamente gracias al amor y el cuidado de su amiga.

Finalmente, llegó el día en que Kika pudo quitarse el yeso y correr libre por el parque de nuevo. Calita estaba muy feliz porque había hecho todo lo posible para ayudar a su amiga peluda.

"Gracias por ser mi mejor amiga", dijo Calita mientras abrazaba a Kika. "Y gracias por ser mi mejor cuidadora", respondió Kika con una sonrisa perruna.

Desde ese día en adelante, Calita aprendió la importancia de cuidar a sus amigos más queridos incluso cuando las cosas no salen como esperamos. Además descubrió que siempre hay soluciones si ponemos nuestro corazón en ello.

FIN.

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