Un malentendido divertido
Era un hermoso día en el bosque y Caperucita Roja había decidido jugar con su mejor amigo, el lobo. Ambos estaban muy emocionados con su nuevo juguete, una colorida pelota hecha de hojas y ramitas.
"¡Vamos a jugar a la pelota!" - exclamó Caperucita.
"¡Sí! ¡Yo soy el mejor en esto!" - dijo el lobo, con una gran sonrisa.
Mientras jugaban y se reían, el lobo corrió para atrapar la pelota, pero, sin querer, la golpeó con su pata y la rompió en mil pedacitos.
"¡Oh no!" - gritó Caperucita, mirando los restos de su querido juguete. "¡Eso era mi favorito!"
"Lo siento mucho, Caperucita. No quise romperlo" - se lamentó el lobo, con sus ojitos muy tristes.
Caperucita, desilusionada, empezó a llorar. No quería que su amigo se sintiera mal, pero no podía evitar su tristeza. Entonces, decidió ir a la casa de su abuela para contarle lo sucedido.
Cuando llegó, su abuela la abrazó con ternura.
"¿Qué te pasa, mi vida?" - preguntó la abuela, preocupada.
"El lobo rompió mi juguete y estoy muy triste" - sollozó Caperucita.
Mientras tanto, un cazador pasaba cerca de la casa y al escuchar los llantos de Caperucita se acercó.
"¿Qué ocurre?" - preguntó el cazador con voz comprensiva.
"Es el lobo. Se volvió malo y dañó a Caperucita" - comenzó a pensar el cazador, y sin dudarlo, decidió llevarse al lobo para proteger a Caperucita.
Caperucita vio cuando el cazador tomó al lobo de la oreja y su corazón se llenó de miedo.
"¡Espera! ¡No!" - gritó Caperucita, pero ya era tarde.
Después de un rato, Caperucita y su abuela decidieron que no podían quedarse de brazos cruzados. Tenían que encontrar al cazador y explicarle que todo había sido un malentendido.
"Vamos a buscarlo, deberíamos decirle la verdad" - propuso la abuela, mientras Caperucita asentía con fervor.
Ambas comenzaron a recorrer el bosque, preguntando a todos los animales que encontraban si habían visto al cazador y al lobo.
Finalmente, un pequeño ciervo les confirmó que los había visto caminar hacia la colina.
"¡Vamos abuela, debemos apurarnos!" - Caperucita tomó la mano de su abuela y corrieron hacia la colina.
Al llegar, vieron al cazador conversando con el lobo.
"¿Vas a llevártelo?" - preguntó el cazador.
"Por favor, escúchanos" - interrumpió Caperucita, acercándose con valentía. "Todo fue un accidente. El lobo no quería romper mi juguete, fue un malentendido. ¡Él es mi amigo!"
El cazador se quedó atónito.
"¿En serio?" - su voz se suavizó al ver el amor que Caperucita sentía por el lobo.
"Sí, muy en serio" - confirmó Caperucita. "Todos podemos cometer errores, pero eso no significa que seamos malos. ¿Podrías soltarlo, por favor?"
El cazador miró al lobo. El lobo lo miró a él con una mezcla de miedo y esperanza.
"Está bien, lo siento, lobo. No sabía que todo fue un accidente. Prometo que no volveré a juzgar sin conocer la verdad" - dijo el cazador, liberando al lobo.
Caperucita corrió hacia su amigo y lo abrazó.
"¡Gracias! Ahora podemos jugar juntos de nuevo" - exclamó feliz.
"De nada, Caperucita. Y lo siento de nuevo por romper tu juguete" - dijo el lobo, con su cola moviéndose alegremente.
Desde ese día, Caperucita, el lobo y el cazador se convirtieron en grandes amigos. Aprendieron que a veces, los errores pueden llevar a malentendidos, pero siempre es mejor hablar y escuchar antes de tomar decisiones.
"Lo importante es que podamos hablar y resolver nuestros problemas" - dijo el lobo, mientras todos reían y jugaban juntos bajo el radiante sol del bosque.
FIN.