Un Mar de Saludos



En un pequeño pueblo costero de Argentina, había un niño llamado Lucas que soñaba con aventurarse en el mar. Desde que era muy pequeño, admiraba a las aves que volaban sobre el océano y a los delfines que saltaban felices en las olas. Un día, mientras jugaba en la playa con sus amigos, Lucas escuchó algo muy especial.

- ¡Mirá, mirá! - gritó su amigo Mateo, señalando el horizonte. - ¡Un delfín!

Todos se acercaron más al agua y, efectivamente, un delfín apareció, brincando con gracia. Lucas sintió un cosquilleo en el estómago.

- ¿Creen que podría hablar con él? - preguntó Lucas, emocionado.

- No sé, pero podemos intentarlo - respondió su amiga Sofía, llena de optimismo.

Motivado por el desafío, Lucas se metió al agua con los demás. Empezaron a hacer ruidos y a chapotear, como si en ese juego pudieran invitar al delfín a acercarse. Después de unos momentos, el delfín, que parecía curioso, nadó hacia ellos.

- ¡Hola, amigos! - dijo el delfín con un tono alegre y amistoso, dejando a todos boquiabiertos.

- ¡Nos habla! - exclamó Mateo, con los ojos muy abiertos.

- Yo soy Delfy - continuó el delfín. - Me encanta jugar y nadar. ¿Cómo se llaman ustedes?

- Yo soy Lucas, y estos son Mateo y Sofía - dijo Lucas, aún sin poder creer lo que estaba sucediendo.

- Me alegra conocerlos - sonrió Delfy. - ¿Quieren aprender a saludar como los delfines?

Los chicos asintieron entusiasmados.

- Primero deben hacer un sonido especial. Cuando quieran saludar, es así: —"eeeeh"  - Delfy emitió un sonido melodioso y alegre.

- ¡EEEHHH! - replicaron los niños juntos, riendo al escuchar su propio eco.

- ¡Muy bien! - aplaudió Delfy. - Ahora, cuando vean a un delfín, pueden hacer el sonido y mover la mano en forma de ola. ¿Quieren intentarlo?

Los niños se pusieron en fila, listos para practicar. Delfy se alejó un poco y, nadando en círculos, esperó. Los chicos tomaron aire y gritaron - ¡EEEHHH! - mientras movían sus manos.

El delfín respondió con saltos y giros, haciendo sonar su cuerpo con el agua, como si estuvieran conversando. En ese momento, algo inesperado sucedió. Delfy regresó con una expresión seria.

- Chicos, tengo que contarles un secreto - dijo, moviendo su aleta.

- ¿Un secreto? - preguntó Sofía con curiosidad.

- Sí, pero es muy importante que lo entiendan. Hay personas que aún no comprenden lo valioso que es cuidar del océano. - Delfy miró hacia el horizonte. - A veces, la basura llega al agua y eso no es bueno para nosotros los delfines.

Los niños se miraron entre sí, con preocupación.

- ¿Qué podemos hacer? - preguntó Mateo.

- Pueden ayudar a limpiar la playa y hablarles a otros sobre la importancia de cuidar el mar. Cada pequeño gesto cuenta, y con su ayuda, podemos mantener nuestro hogar limpio y saludable.

Lucas, Mateo y Sofía se pusieron de acuerdo para organizar una campaña de limpieza en la playa. Se prometieron que recogerían basura e informarían a sus amigos y familiares sobre lo que habían aprendido de Delfy.

- ¡Cuando regresen, quiero escuchar todo sobre su progreso! - dijo Delfy, alegre.

Los chicos prometieron hacerlo y Delfy los despidió con un salto elegante, dejando un rastro de burbujas.

Desde ese día, Lucas, Mateo y Sofía fueron los mejores amigos del océano. Juntaron a todos los niños del barrio y juntos hicieron de la playa un lugar más limpio y saludable. Con cada saludo que aprendieron de Delfy, también compartieron la importancia de cuidar el mar.

Lucas miró el océano un día desde la playa, y al ver un delfín saltar, sonrió. Sabía que, a pesar de la distancia, siempre habría una conexión especial entre ellos.

- ¡EEEHHH! - gritó, agitando la mano como había aprendido. El delfín, desde lejos, saltó en señal de respuesta, y en ese momento, Lucas sintió que sus sueños de aventura y amistad se hacían más fuertes que nunca.

FIN.

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