Un Misterio en el Aire
En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes, vivían dos brujas muy particulares. Eran total y absolutamente normales, se llamaban Clara y Eliana. Ambas eran vecinas y llevaban una vida tranquila. Clara tenía el cabello rizado y siempre llevaba puesto un gorro de lana, mientras que Eliana lucía una bufanda de colores vibrantes. A pesar de que en el pueblo la gente decía que eran brujas, ellas solo querían ser amigas de todos y pasaban su tiempo cocinando tartas de fruta y cuidando sus jardines.
Un día, el pueblo se preparaba para la Fiesta de la Primavera. Todos estaban muy emocionados, pero, al mismo tiempo, Clara y Eliana se sentían un poco solas. "Si tan solo tuviéramos amigos con quienes compartir este momento", dijo Clara suspirando.
Eliana pensó por un momento y respondió, "Tal vez podamos hacer algo mágico para atraer a los niños del pueblo. ¡Si tenemos una fiesta de verdad, ellos vendrán!"
Sin pensarlo dos veces, las brujas decidieron usar un poco de su magia. ¡Pero sucedió algo inesperado! En lugar de invitar a todos los niños al pueblo, ¡los hizo desaparecer! Clara y Eliana miraron alrededor y se dieron cuenta de que solo quedaban los adultos, horrorizados.
"¿Qué hemos hecho?"- gritó Clara, nerviosa.
"No sé, pero tenemos que solucionarlo antes de que los adultos se pongan aún más preocupados que ahora!"
Después de discutir durante un rato, decidieron ir a buscar a los niños. La magia de Clara y Eliana los había transportado a un lugar mágico donde la diversión no paraba. Allí, los niños estaban fascinados por un mundo lleno de caramelos de todos los colores, árboles de chicle y fuentes de soda. Sin embargo, no podían volver a casa y comenzaron a sentir nostalgia.
Mientras tanto, en el pueblo, los adultos estaban muy angustiados. "No puede ser, Clara y Eliana deben haber tenido algo que ver con esto"- dijo una señora mayor.
"Seguro están tramando algo raro"- proclamó el carnicero. Pero Clara y Eliana no eran malas, y su corazón estaba apesadumbrado porque no habían tenido la intención de hacer daño.
Al darse cuenta de que los niños extrañaban a sus familias, Clara y Eliana decidieron usar su magia de nuevo, pero esta vez, con mucho más cuidado. "Quiero que entiendan que la magia no debe ser usada para escaparse, sino para divertirse y aprender"- murmuró Clara.
Las brujas mezclaron un hechizo especial que generó un puente de arcoíris entre el mundo mágico y el pueblo. "¡Vengan, chicos!"- gritó Eliana. Y, al instante, todos los niños comenzaron a cruzar el puente, llenando el aire con risas y alegría.
De vuelta en el pueblo, los adultos se sintieron aliviados. "Pensé que no volverían nunca más"- confesó la señora mayor. "¿Dónde estaban?"- preguntó otro.
Cada niño, al volver, tenía una historia que contar. "¡Hubo árboles de chicle!"- exclamó uno. "Y fuentes de soda que nunca se vaciaban!"-
Clara y Eliana escucharon atentas y sonrieron. Decidieron que debían hacer una gran fiesta de la primavera, esta vez invitarían a los niños de una manera mágica pero segura, donde todos pudieran participar, sin necesidad de desaparecimientos.
Así, al caer la tarde, el pueblo se llenó de música, juegos y sonrisas, y Clara y Eliana se convirtieron en las mujeres más queridas del país. "Aprendí que a veces, la mejor magia es aquella que compartimos con quienes nos rodean"- dijo Eliana. "Y que nunca debemos olvidar lo que realmente importa: la amistad"- concluyó Clara.
Desde aquel día, las brujas y los niños se volvieron inseparables, todos aprendieron el valor de la magia de compartir momentos juntos. Y así, el pueblo vivió cada clásica primavera con un toque de magia y amistad, llenando sus corazones con risas y alegría.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.