Un Mundo de Amistad
Había una vez un niño llamado Hernán, que era muy inteligente pero un poco lento para algunas cosas, como jugar fútbol o hacer bromas.
A pesar de ser muy listo, se sentía solo en el mundo ya que no tenía muchos amigos con los que compartir sus intereses. Un día, mientras paseaba por la playa en una noche estrellada, Hernán vio un resplandor brillante que descendía del cielo.
En lugar de sentir miedo, su curiosidad lo impulsó a acercarse y descubrir qué era aquello. Cuando estuvo más cerca del resplandor, escuchó una voz suave y amigable diciendo: "¿Jugamos?".
Hernán miró a su alrededor y vio a un pequeño extraterrestre de color verde con grandes ojos brillantes y una sonrisa en la cara. Sin pensarlo dos veces, Hernán respondió emocionado: "¡Claro! ¡Me encantaría jugar contigo!". Desde ese momento, nunca más se sintió solo.
El extraterrestre se llamaba Zog y había viajado desde otro planeta para encontrar a alguien con quien divertirse. Zog resultó ser un compañero de juegos increíblemente divertido. Juntos exploraban nuevos lugares en la Tierra e inventaban juegos emocionantes.
Aunque Hernán no era tan rápido como Zog para aprender nuevas habilidades físicas, como correr velozmente o saltar alto, siempre encontraba formas creativas de superarse.
Por ejemplo, cuando jugaban al fútbol y Hernán no lograba anotar goles debido a su falta de velocidad, utilizaba su inteligencia para idear estrategias y pasar el balón a sus compañeros de equipo. Zog admiraba la creatividad y astucia de Hernán, mientras que Hernán valoraba la amistad y apoyo incondicional de Zog.
Con el tiempo, Hernán comenzó a desarrollar nuevas habilidades gracias a las enseñanzas de su amigo extraterrestre. Aprendió a construir robots con piezas recicladas, a resolver complicados acertijos matemáticos y a inventar chistes divertidos que hacían reír a todos.
Hernán se dio cuenta de que no importa cuán rápido o lento seas en algunas cosas, lo importante es ser genuino y aprovechar tus propias fortalezas. A través de su amistad con Zog, aprendió la importancia del trabajo en equipo, la aceptación de uno mismo y el valor de la diversidad.
Juntos exploraron el mundo, vivieron aventuras emocionantes e inspiraron a otros niños con su amistad única. Hernán nunca más se sintió solo porque había encontrado un verdadero amigo en Zog.
Y así fue como Hernán descubrió que la verdadera grandeza no radica en tener todas las habilidades perfectas, sino en encontrar alegría en cada momento y compartir esa alegría con los demás.
FIN.