Un Mundo de Colores en el Arrecife

Era un hermoso día en el arrecife de Coral. Nemo, el pez payaso, nadaba alegremente junto a su amigo Dory, el pez cirujano olvidadizo. Hoy era un día especial, ya que iban a celebrar el festival de la diversidad, donde todos los habitantes del océano mostraban sus características únicas.

"¡Vamos, Dory! ¡No te olvides de la carrera de aletas!" - exclamó Nemo, emocionado.

"¡Oh sí! La carrera de aletas, la mejor parte del festival!" - respondió Dory, tratando de recordar si ya había comido su desayuno.

Mientras tanto, Marlin, el papá de Nemo, estaba un poco preocupado. La última vez que se había celebrado el festival, los peces habían tenido diferencias y no todos se llevaron bien.

"Nemo, recordá que en la carrera hay que aceptar a todos, sin importar las diferencias" - le dijo Marlin con una sonrisa tímida.

"¡Sí, Papá! Eso es lo que hace al arrecife tan especial" - contestó Nemo con confianza. "Dory, ¿te acordás de la última vez que competimos con el pulpo Otto?" - preguntó Nemo.

"¡Sí! Se enojó cuando perdió y casi no viene este año. Espero que venga" - respondió Dory, recordando cómo Otto se había sentido mal por no ganar.

La carrera comenzó y todos los peces formaron una fila. Había peces de todo tipo, grandes y chicos, de colores brillantes y llamativos, y otros un poco más oscuros, pero todos estaban ahí, listos para participar. De repente, Nemo vio a Otto, que aún estaba en la sombra, dudando en un rincón.

"¡Otto! Ven a correr con nosotros!" - gritó Nemo, tratando de animarlo.

"No, gracias. No soy bueno en esto. Siempre pierdo" - murmuró Otto, con su cuerpo tentacular encogiéndose un poco.

Dory, al escuchar a Otto, decidió acercarse.

"Otto, todos somos buenos en diferentes cosas. ¿Por qué no te pones a prueba? A veces, lo más importante es divertirse" - le dijo con una gran sonrisa.

"Pero, ¿y si pierdo otra vez?" - preguntó Otto, con sus tentáculos moviéndose nerviosamente.

"Claro que sí, ¡puedes perder! Pero también hay la posibilidad de que ganes, y lo más importante es que vivas la experiencia y te diviertas" - añadió Nemo entusiasmado.

Otto se quedó pensando mientras los otros peces comenzaban a calentar para la carrera.

"Bueno... tal vez podría intentarlo. Pero si me siento mal, me voy" - dijo Otto, dudando un poco.

"¡Eso es! Solo probá y disfrutá" - respondió Dory, mientras el grupo se acercaba esperando por la señal de inicio.

Y así, con un chorrito de burbujas, la carrera comenzó. Nemo nadaba rápido, con Dory a su lado. Algunos peces eran realmente veloces, pero también tenían sus propias trampas. En el camino, había obstáculos, como corales que picaban y algas enredadoras.

Nemo y Dory lo demostraron, ayudándose mutuamente. Pero desde un lateral, vieron que Otto había decidido unirse a la carrera, ¡y estaba nadando a su propio ritmo!"¡Mirá a Otto! ¡Está avanzando!" - exclamó Nemo.

A medida que la carrera avanzaba, Otto comenzó a olvidarse de sus miedos. Con cada tentáculo que movía, sentía el apoyo de sus amigos a su alrededor.

La carrera llegó a su fin, y aunque Nemo llegó primero, lo que sorprendió a todos fue que Otto llegó ¡en segundo lugar!"¡Lo logré! ¡Lo logré!" - gritaba Otto, emocionado y disfrutando de la atención.

Marlin, que estaba observando desde el costado, se sintió aliviado y muy orgulloso de su hijo y sus amigos.

"Vieron, ¡todos podemos ser parte de esto!" - dijo Marlin emocionado.

"La diversidad hace que nuestro arrecife sea especial, y todos son únicos y valiosos" - añadió Dory, mientras nadaban en círculos celebrando.

Y así, en la fiesta del arrecife, aprendieron que a pesar de las diferencias, todos pueden ser parte de algo grandioso, y que cada uno tiene su propio talento que compartir. Desde ese día, Otto siguió participando en el festival, disfrutando con sus nuevos amigos y aprendiendo que, en la diversidad, había una gran fuerza.

"¡Hasta el próximo festival!" - gritaron todos juntos, mientras el sol se ponía sobre el hermoso arrecife.

Y todos, desde entonces, aprendieron a celebrar sus diferencias con amor y alegría.