Un Mundo de Juegos



Jonathan era un chico muy activo que, al volver de la escuela, siempre se dirigía al parque con su pelotita, su patinete y su imaginación. Era la hora más feliz de su día porque, para él, jugar era una forma de explorar el mundo.

Un día, mientras Jonathan estaba en el parque, encontró una extraña caja dorada que brillaba con mucha intensidad. En la tapa de la caja estaba grabada la palabra 'JUEGA'. Intrigado, decidió abrirla, no sin antes mirar a su alrededor para asegurarse de que no había otros niños cerca.

Dentro de la caja había una carta frágil que decía: “Este es el juego más especial del mundo. Solo lo podrás jugar si usas tu imaginación y tu creatividad. Prepárate para una aventura”. Con una sonrisa en su rostro, Jonathan se sintió listo para la sorpresa que le esperaba.

- “¡Esto va a ser genial! ”, exclamó, mientras cerraba la caja con cuidado y la llevaba a casa.

Esa tarde, Jonathan decidió abrir la caja en su habitación. De repente, un resplandor mágico emergió de su interior, creando un torbellino de colores y formas. En un instante, se encontró en un bosque maravilloso, lleno de árboles gigantes que hablaban y flores que jugaban a esconderse.

- “¡Hola, Jonathan! ,” dijo un árbol con una voz profunda. “Bienvenido al Reino de la Imaginación. Aquí todo es posible. ¿Estás listo para jugar? ”

- “¡Por supuesto! ”, respondió Jonathan entusiasmado. “Me encantan los juegos.”

El árbol le explicó que debía completar tres desafíos para que el reino siguiera siendo un lugar lleno de alegría y magia. Jonathan, emocionado, aceptó.

El primer desafío era ayudar a un grupo de ardillas a encontrar sus nueces perdidas. Jonathan usó su ingenio, pensando en cómo podrían buscar mejor.

- “¡Ya sé! Vamos a hacer un juego de memoria. Cada uno recordará dónde dejó su nuez y así podremos encontrarlas más rápido.”

Las ardillas se emocionaron, y después de unas risas y un par de saltos, lograron recuperar todas sus nueces.

- “¡Gracias, Jonathan! Eres un gran amigo”, dijeron las ardillas antes de subir al árbol felices.

Su segundo desafío era ayudar a un pequeño pájaro a encontrar su hogar. El pequeño pájaro se sentía triste porque había perdido su ruta y no podía regresar con su familia. Jonathan decidió hacer un mapa.

- “Usaré algunos palitos y piedras. ¡Así podremos hacer una forma de flecha que indique el camino adecuado! ”, sugirió mientras trabajaba en su mapa.

Con el mapa en mano, Jonathan guió al pájaro hasta su hogar, y cuando llegaron, la madre pájaro se puso a cantar de felicidad.

- “Gracias, Jonathan, eres un héroe”, dijo el pájaro mientras volvía a su nido.

Pero llegó el tercer desafío, y Jonathan se detuvo a pensar. Esta vez tenía que resolver un acertijo de la Luna. Sabía que no podía hacer todo solo. Así que se acercó a los animales del bosque, todos querían ayudar, así que se organizaron.

- “¡Qué mejor que trabajar juntos! ”, dijo Jonathan. “Cada uno podrá dar su opinión y con eso seguro encontraremos la solución.”

Después de dialogar y compartir ideas, todos juntos lograron resolver el acertijo de la Luna, que pasó a brillar aún más en el cielo, llenando su bosque de magia.

Al finalizar los desafíos, un gran arco iris se formó sobre el bosque.

- “Gracias, Jonathan, por tu creatividad y por ser un gran colaborador”, dijo el árbol nuevamente. “Tú y tus amigos trajeron de vuelta la alegría a nuestro reino.”

Jonathan, que ahora sentía que había hecho nuevos amigos, se despidió de todos y antes de volver a casa, el árbol le dio un pequeño regalo:

- “Este es un frasco de imaginación. Usalo siempre que quieras jugar, y recuerda, en cualquier lugar y momento, con tu imaginación y creatividad, ¡puedes crear aventuras! ”.

De repente, el torbellino de colores lo llevó de vuelta a su habitación con la caja dorada en sus manos. Desde entonces, Jonathan no solo disfrutó de sus juegos en el parque, sino que también invitó a otros niños a unirse a sus aventuras, usando su imaginación para crear nuevos juegos todos juntos.

- “¿Quieren jugar conmigo y crear una nueva historia? ”, les preguntó un día a sus amigos en el parque.

Y así, Jonathan descubrió que jugar no solo es diversión, sino también un modo de unir a las personas y aprender juntos. Desde ese día, la hora del juego se convirtió en el momento más especial de todos, llenando el parque de risas y nuevas aventuras, donde la imaginación no tenía límites.

FIN.

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