Un mundo inclusivo



Había una vez en una escuela muy especial, una niña llamada Sofía que tenía una discapacidad física que la obligaba a moverse en silla de ruedas.

A pesar de esto, Sofía era una niña alegre y curiosa que siempre estaba dispuesta a aprender y divertirse. Un día, la maestra Laura decidió hacer algo diferente en su clase.

Se acercó a los compañeros de Sofía y les propuso crear actividades educativas y juegos en los que ella pudiera participar plenamente. Todos estuvieron de acuerdo y se pusieron manos a la obra. - ¡Chicos, vamos a hacer un juego de preguntas sobre matemáticas para que Sofía pueda jugar con nosotros! -dijo Laura emocionada.

- ¡Sí! Y también podríamos organizar una carrera de sillas de ruedas en el patio -propuso Martín, uno de los amigos más cercanos de Sofía. Así comenzaron a planificar todas las actividades especiales para incluir a Sofía.

Trabajaron juntos durante días, pensando en cada detalle para asegurarse de que fuera divertido y educativo al mismo tiempo. Llegó el día del gran evento y todos estaban ansiosos por ver la reacción de Sofía.

La sorpresa fue aún mayor cuando vieron la sonrisa radiante en su rostro al enterarse de todo lo que habían preparado para ella. - ¡Wow, no puedo creerlo! ¡Esto es increíble! -exclamó Sofía emocionada. Comenzaron con el juego de preguntas, donde todos participaban animadamente mientras Laura moderaba el juego.

Sofía demostró ser muy inteligente y acertaba casi todas las respuestas. Luego llegó el momento más esperado: la carrera de sillas de ruedas. - ¡Preparados, listos, ya! -gritó Martín desde la línea de inicio.

La emoción invadió el patio mientras las sillas avanzaban velozmente hacia la meta. Aunque Sofía no ganó la carrera, se sintió feliz por haber compartido ese momento especial con sus amigos.

Al final del día, todos se reunieron alrededor de un picnic improvisado para celebrar el éxito del día. Fue entonces cuando Sofía tomó la palabra:- Quiero darles las gracias a todos por hacerme sentir tan especial hoy. Gracias por pensar en mí y por demostrar que juntos podemos superar cualquier obstáculo.

Todos aplaudieron emocionados mientras abrazaban a Sofía con cariño. Ese día quedó marcado en sus corazones como un ejemplo vivo de amistad, inclusión y solidaridad.

Desde ese momento, las actividades especiales para incluir a Sofía se convirtieron en parte fundamental del programa escolar. Y así, juntos aprendieron que no importa cuáles sean nuestras diferencias o limitaciones físicas; lo importante es trabajar juntos para construir un mundo donde todos tengamos un lugar especial sin importar las circunstancias.

FIN.

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