Un niño de la selva amazónica



En la selva amazónica, en la comunidad nativa de Nazaret, vivía un niño llamado River. River era un niño alegre y curioso, con ojos brillantes y el pelo oscuro como la noche.

Todos los días, River salía a explorar la selva con sus mascotas, un conejo llamado Cascarita y un mono travieso llamado Chispa. Juntos, se adentraban en la espesura, buscando aventuras y misterios por descubrir.

River también tenía una amiga llamada Fátima, una niña indígena de ojos grandes y sonrisa dulce, con la que compartía sus travesuras diarias. "¡Hola, Cascarita! ¡Hola, Chispa! ¿Están listos para ir de aventuras hoy?", exclamaba River mientras acariciaba a sus mascotas.

"¡Claro que sí! Siempre estamos listos para descubrir algo nuevo", respondió Fátima con entusiasmo. Un día, mientras exploraban una parte desconocida de la selva, River y Fátima descubrieron un río misterioso que nunca habían visto antes.

Intrigados, decidieron construir una pequeña balsa para navegar por el río, con la ayuda de Cascarita y Chispa. Juntos, se adentraron en las aguas serenas, maravillados por la belleza de la selva desde una perspectiva diferente. Sin embargo, pronto se encontraron en el medio de una tormenta repentina.

Las olas crecían rápidamente, y la balsa estaba a punto de naufragar. "¡Tenemos que encontrar un lugar seguro para refugiarnos!", gritó River, tratando de mantener la calma. Con valentía, guió la balsa hacia la orilla, donde encontraron refugio en una cueva oculta.

Mientras esperaban a que la tormenta pasara, River recordó las historias de su abuelo sobre la importancia de escuchar y respetar la naturaleza. "Tenemos que cuidar la selva, es nuestro hogar y ella nos cuida a nosotros", dijo River con determinación.

Después de que la tormenta pasara, River y Fátima regresaron a Nazaret, decididos a compartir su experiencia y hacer un llamado a la comunidad para proteger la selva y sus ríos.

Gracias a su valentía y determinación, lograron concientizar a todos sobre la importancia de conservar su hogar. Desde ese día, River, Fátima, Cascarita y Chispa se convirtieron en verdaderos guardianes de la selva amazónica, promoviendo la armonía y el respeto entre todos los seres vivos.

Y así, la historia de River y sus amigos se convirtió en una inspiración para las generaciones futuras, recordando a todos que cuidar la naturaleza es cuidar de nosotros mismos. ¡Y colorín colorado, este cuento se ha terminado!

FIN.

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