Un Niño sin Género y el Extraterrestre



En un pequeño pueblo lleno de árboles y flores brillantes, vivía un niño sin género llamado Sam. Sam era curioso y tenía un corazón lleno de sueños. Un día, mientras exploraba el bosque cercano, Sam escuchó un extraño ruido que venía de detrás de un arbusto.

"¿Hola? ¿Hay alguien ahí?" -preguntó Sam, emocionado y un poco asustado.

Para sorpresa de Sam, de detrás del arbusto salió un extraterrestre llamado Zog, con piel verde y ojos brillantes como estrellas.

"¡Hola! Soy Zog, de un planeta lejano llamado Frutalux. ¿Y tú?" -dijo Zog, con una sonrisa amistosa.

"Soy Sam. No tengo un género. Solo soy yo. ¡Es genial conocerte!" -respondió Sam, lleno de entusiasmo.

Zog y Sam comenzaron a hablar sobre sus vidas. Zog le contó a Sam sobre su hogar, donde todo tenía forma de frutas y donde todos los seres eran amistosos.

"En mi planeta, todos trabajan juntos para mantener la paz, pero últimamente hemos tenido problemas. Necesitamos una poción especial para restaurar el equilibrio. ¿Te gustaría ayudarme a buscarla?" -preguntó Zog con una mirada esperanzadora.

"¡Sí! Creo que puedo ayudar!" -exclamó Sam.

Así que los dos amigos decidieron emprender una aventura por el bosque para encontrar ingredientes para la poción. A medida que avanzaban, se enfrentaron a diferentes desafíos. Un día, se encontraron con un río que prohibía el paso a cualquiera que no supiera contar hasta diez.

"¿Cómo vamos a cruzar esto?" -se preocupó Sam.

"¡Yo puedo ayudar! Yo soy muy bueno contando. Solo necesitamos ensayar un poquito primero." -dijo Zog.

Juntos, saltaron sobre las piedras del río, contando en voz alta. "Uno, dos, tres... diez!" -gritaron al unísono, y, para su sorpresa, el río se iluminó y les permitió cruzar.

Más allá del río, encontraron un hermoso campo de flores que hablaban.

"¡Hola, amigos!" -dijeron las flores, moviendo delicadamente sus pétalos.

"Necesitamos encontrar ingredientes para una poción de paz. ¿Pueden ayudarnos?" -preguntó Sam a las flores.

"Claro, pero primero, deben ayudarnos a bailar al ritmo del viento" -respondieron las flores.

Sam y Zog comenzaron a bailar. La alegría del baile atrajo otras criaturas del bosque, llenando el lugar de risas y música. Las flores, agradecidas, les ofrecieron un néctar mágico como ingrediente para su poción.

Con el néctar en mano, continuaron su búsqueda. Poco después, llegaron a una montaña donde un dragón guardaba un secreto que necesitaban.

"¿Cómo haremos que el dragón nos lo dé?" -preguntó Sam, dudoso.

"Tal vez si le demostramos nuestro valor y valentía, permitirá que otros compartan su sabiduría" -sugirió Zog.

Entonces decidieron realizar una competencia de preguntas. Sam hizo preguntas sobre el universo y Zog hizo preguntas sobre la historia de la Tierra. El dragón, impresionado por su conocimiento y trabajo en equipo, decidió compartir su secreto: una piedra mágica que podía absorber energía negativa y convertirla en paz.

Con todos los ingredientes y la piedra mágica, Sam y Zog comenzaron a mezclar todo en un caldero antiguo que encontraron en un claro del bosque. Las burbujas explotaban en colores vibrantes y aromas dulces.

"¡Mira! Ya casi estamos listos. Pero... ¿y si lo que hicimos no funciona?" -temió Sam.

"Entonces lo intentaremos de nuevo. Lo importante es que trabajamos juntos, aprendimos a valorarnos y ayudamos a otros en el camino" -dijo Zog con confianza.

Finalmente, cuando la poción estuvo lista, decidieron llevarla al centro de su pueblo y al de Frutalux. Juntos, gritaron la fórmula mágica: "Paz y unión es lo que traemos, para el mundo entero lo compartimos!"

Una luz brillante surgió de la poción, expandiéndose por todo el lugar y envolviendo a todos los seres.

Asombrados, tanto humanos como extraterrestres comenzaron a celebrar juntos, sintiendo la paz en sus corazones.

Sam miró a Zog con una sonrisa enorme. "Creo que lo logramos!"

"Sí! Y lo hicimos juntos. La paz comienza con nosotros" -respondió Zog, lleno de alegría.

Desde ese día, Sam y Zog se convirtieron en los mejores amigos, y juntos continuaron explorando nuevos horizontes, aprendiendo y compartiendo la importancia de la colaboración y la empatía para construir un mundo mejor.

FIN.

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