Un Nuevo Amigo en el Jardín Infantil



En un colorido jardín infantil de la ciudad, vivía un grupo de niñxs que se divertían jugando y aprendiendo todos los días. Entre risas y juegos, la seño Laura tenía una sorpresa muy especial: un nuevo compañerito llamado Tomás.

El primer día que Tomás llegó, los niñxs estaban muy emocionados. "¡Hola, Tomás!"-, gritaron todos a la vez. Pero Tomás, que tenía dificultad para hablar y se comunicaba de otra forma, solo sonrió y movió su cabeza en señal de saludo.

"¿Por qué no habla?"-, preguntó Sofía un poco confundida.

"Cada persona tiene su manera de comunicarse, Sofía,"-, explicó la seño Laura. "Tomás se expresa con gestos y dibujos. Es importante que lo entendamos y lo ayudemos."

Los niños se miraron y comenzaron a exceptuar a Tomás. Esa semana, Tomás se unió a sus juegos. Al principio, ellos no entendían cómo jugar con él.

"No sé si jugar al fútbol con él funcionará,"-, dijo Leo, un poco preocupado.

Pero Tomás tenía una idea. Sacó una pelota de colores y les mostró cómo podía hacer malabares con ella. Rápidamente, todos se divirtieron intentándolo también. Sofía, que era muy buena en el arte de malabares, dijo: "¡Mirá Tomás, puedo hacer esto!"-, mientras lanzaba la pelota en el aire.

Tomás aplaudió y sonrió. Todos empezaron a tener ideas de juegos nuevos. Así, un día decidieron pintar juntos.

"Vamos a hacer un mural gigante con nuestras manos,"-, propuso Juan. Todos se entusiasmaron. Al momento de pintar, Tomás se destacó. Usaba sus manos para hacer formas muy creativas, mientras los demás asentían, disfrutando de ver lo que él hacía.

"¡Eso es increíble, Tomás!"-, exclamó Sofía al ver una flor brillante que pintó.

Sin embargo, hubo un momento en que Tomás pareció un poco triste.

"¿Por qué no estás jugando con nosotros, Tomás?"-, preguntó Leo, sintiendo la preocupación entre sus amigos.

Tomás dibujó a todos en la arena con su dedo. Hizo un gran círculo donde estaban sus compañeros, pero dejó un espacio vacío para él. Sofía se dio cuenta de que tal vez Tomás se sentía solo a veces.

"¡Vamos a jugar todos juntos en el círculo de Tomás!"-, sugirió Juan. Así, los chicos se metieron en el círculo que Tomás había dibujado, haciendo diferentes juegos. Jugaban al escondite, cada vez que Tomás contaba, todos se reían, incluso de sus ocurrencias.

Día tras día, los niñxs aprendieron a comunicarse con Tomás de formas muy creativas, usando señas, dibujos y risas. A veces, cuando alguno de los niños se caía, Tomás era el primero en acercarse y ofrecerle su mano para levantarse.

Un día, la seño Laura trajo una caja llena de herramientas de arte. "Vamos a hacer un proyecto especial para el Día de la Amistad,"-, les dijo. Todos estaban emocionados y empezaron a pensar.

Leo tuvo una idea genial. "Podemos hacer un mural sobre lo que significa la amistad. Todos debemos aportar y Tomás, podés dibujarnos de nuevo."

Tomás sonrió con entusiasmo. Esa tarde trabajaron muy unidos y crearon un hermoso mural con los rostros de cada uno de ellos, sonriendo y sosteniendo una gran mano, la de Tomás.

Cuando todo estuvo listo, la seño Laura dijo: "Este mural refleja el verdadero espíritu de la amistad, donde cada uno es especial y todos se ayudan"-.

Al final del proyecto, sus familias fueron a ver el mural.

"¿Vieron qué bien lo pasamos juntos?"-, exclamó Sofía.

Y así fue como los niñxs aprendieron que aunque Tomás se comunicaba de una manera diferente, él era un amigo maravilloso que ayudaba a todos a mirar el mundo de forma distinta. Desde ese día, nunca olvidaron que todos pueden ser amigos, sin importar cómo se comuniquen.

El jardín infantil se llenó de risas y juegos, donde la diferencia era vista como una gran oportunidad para aprender y ser empáticos. Y la amistad, una vez más, triunfó en el corazón de todos.

Y así, Tomás encontró su lugar en su nuevo hogar, el jardín infantil, lleno de amor y comprensión de sus nuevos amigos.

FIN.

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