Un Nuevo Comienzo en Barcelona



Había una vez un niño canario llamado Lucas que se mudó con su familia a Barcelona. Estaba emocionado, pero también un poco nervioso. Lucas tenía solo nueve años y la idea de dejar su hogar en las Islas Canarias lo llenaba de melancolía. Sin embargo, su alegría regresó al pensar en la nueva aventura que le esperaba en la ciudad condal.

El primer día de clases en su nuevo colegio fue un torbellino de emociones. Al llegar, Lucas notó que sus compañeros hablaban un idioma que no comprendía del todo: el catalán. A pesar de que había aprendido algunas palabras, no podía seguirles el ritmo. Cuando intentó integrarse, los niños simplemente lo ignoraban.

"¿Por qué no me hablan?", se preguntaba Lucas, mientras se sentaba solo en el patio.

Durante las primeras semanas, el vacío se sentía enorme. A veces, Lucas intentaba compartir un chiste canario, pero solo recibía miradas confusas.

"¡Les prometo que es divertido!", les decía, pero nadie le prestaba atención.

Una tarde, la profesora Marta, quien había notado la situación, decidió intervenir. Llamó a todos sus alumnos a formar un círculo y los miró con seriedad.

"Chicos, he notado que Lucas se siente excluido. Esto no está bien. Todos tenemos derecho a ser tratados con respeto y amistad, sin importar de dónde venimos. ¿Alguien puede decirme qué es lo que le gusta hacer a Lucas?", preguntó.

Los niños se miraron entre sí, un poco sorprendidos.

"No lo sabemos", respondió uno, titubeando.

Marta sonrió amablemente.

"¡Perfecto! Entonces, esta semana tendremos un día de presentaciones. Cada uno de ustedes tendrá la oportunidad de compartir. También invito a Lucas a contarnos sobre su hogar en Canarias. ¿Qué les parece?", sugirió.

Los niños comenzaron a murmurar entre ellos. Algunos estaban entusiasmados, mientras que otros se mostraban escépticos.

La semana siguiente, el aula estaba llena de emoción. Cada niño presentó algo sobre sí mismo. Cuando llegó el turno de Lucas, se sintió un poco tenso, pero la calidez en los ojos de todos lo alentó a seguir adelante.

"Hola a todos, soy Lucas y vengo de un lugar muy bonito llamado Canarias. Aquí, jugar en la playa y nadar en el océano es lo más divertido. Y les traje un postre típico: el mojo picón. ¡Es un dip rojo que hacemos con papas!", dijo Lucas emocionado, mientras mostraba una foto de su hogar.

Los ojos de los niños se iluminaron.

"¡Vamos a probarlo!", gritaron algunos.

Con esa simple presentación, los niños empezaron a hacer preguntas.

"¿Qué más nos podés contar sobre Canarias?" - preguntó Ana, una de las chicas que antes lo ignoraba.

"¡Podemos aprender palabras en canario!", propuso Pablo, un niño de la clase.

Desde ese día, la dinámica cambió. Lucas no solo se hizo amigo de sus compañeros, sino que también aprendieron algunas palabras en español canario. Se organizaban juegos en la hora de recreo, y a menudo organizaban reuniones para compartir comidas típicas de cada cultura.

Después de un tiempo, una tarde, Marta decidió hacer una actividad de arte sobre las diferentes culturas. Los niños debían crear un mural que celebren la diversidad.

"¡Hagamos una isla!", gritó Valentina.

Lucas sonrió, sintiéndose más en casa que nunca. Trabajaron juntos y cuando terminó el mural tenía colores vivos y dibujos de los símbolos de cada uno.

El mural fue colgado en el aula como un recordatorio de la importancia de incluir a todos. Desde ese momento, Lucas ya no era el niño nuevo y solitario, sino un querido compañero de juegos y confidencias.

Así, Lucas no solo encontró amistad, sino que también enseñó a sus nuevos amigos sobre Canarias. Su corazón se llenó de alegría al saber que a pesar de las diferencias, podían reír, aprender y compartir juntos.

Nunca olvidó su hogar, pero aprendió que su nueva ciudad también podía ser un lugar donde perteneciera. Y con cada sonrisa que compartía, el vacío que alguna vez sintió se fue desvaneciendo por completo.

Años más tarde, Lucas recordaría aquella primera semana en su nuevo colegio, no como un momento de soledad, sino como el comienzo de una hermosa amistad que lo acompañaría toda la vida.

FIN.

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