Un Nuevo Comienzo en Paysandú



Había una vez en un pequeño pueblo de España, dos niños llamados Lucas y Sofía. Eran hermanos y siempre sostenían la mano de sus sueños juntos. Un día, su papá recibió una oferta de trabajo muy emocionante: ¡se mudaría a Paysandú, Uruguay! La idea de vivir en un lugar nuevo llenó de alegría a Lucas y Sofía.

"¿Vamos a conocer nuevos amigos?" - preguntó Sofía, con sus ojos brillando de emoción.

"Sí, y también aprenderemos sobre una cultura diferente. ¡Va a ser genial!" - respondió Lucas, mientras miraba por la ventana del avión que los llevaba a su nuevo hogar.

Al llegar a Paysandú, todo era diferente. Las calles estaban llenas de árboles y los edificios eran coloridos. La gente era muy amable y, aunque al principio se sentían un poco perdidos, estaban listos para adaptarse.

"Mirá, Sofía, ¡hay un parque enorme!" - señaló Lucas al ver el Parque Artigas.

"¡Vamos ahí a jugar!" - exclamó Sofía con entusiasmo.

Mientras jugaban en el parque, se cruzaron con un grupo de niños locales. Al principio, se sintieron nerviosos, pero Sofía decidió acercarse.

"¡Hola! Somos Lucas y Sofía, venimos de España. ¿Pueden jugar con nosotros?" - preguntó con una amplia sonrisa.

Los niños se miraron entre sí, y luego uno de ellos, Tomás, respondió:

"Claro, ¡yo soy Tomás! Vamos a jugar al fútbol."

Esa tarde, Lucas y Sofía se unieron a los juegos y se dieron cuenta de que, aunque hablaban español, había algunas palabras que no entendían. Los niños de Paysandú les enseñaron expresiones locales, como ‘¡Qué groso! ’ que significaba algo maravilloso, y ‘bondi’ para referirse a un colectivo. Lucas encontró todo muy divertido y tomó notas en su cuaderno.

Al siguiente día, Lucas y Sofía decidieron invitar a sus nuevos amigos a su casa.

"¿Quieren venir a casa a merendar?" - preguntó Sofía, emocionada por compartir el bizcocho que había hecho su mamá.

"¡Sí!" - respondieron todos al unísono.

Cuando llegaron a su casa, la sala estaba llena de aromas de repostería y después de la merienda, Lucas tuvo una idea brillante.

"Deberíamos hacer un juego. Cada uno de nosotros puede contar algo divertido o interesante de su país. Así, aprenderemos más los unos de los otros."

Los niños aceptaron con entusiasmo y empezaron a compartir historias. Sofía habló sobre las fiestas en España y las tradiciones de su pueblo. Un niño llamado Mateo les contó sobre el mate y cómo es una costumbre compartirlo en familia y entre amigos.

"¿Pueden enseñarnos a tomar mate?" - preguntó Lucas intrigado.

"Claro, pero primero deben ayudarnos a hacer unos alfajores!" - contestó Mateo, que se veía muy ansioso.

Y así fue como Lukas y Sofía empezaron una nueva aventura culinaria que no solo implicaba aprender a hacer alfajores, sino también a compartir algo de su cultura española.

"Vamos a hacer alfajores con chocolate y de dulce de leche!" - sugirió Sofía.

El grupo se armó de ingredientes y se pusieron manos a la obra. En medio de risas y un poco de harina esparcida por el aire, se dieron cuenta de que, aunque eran de lugares diferentes, tenían mucho en común: la diversión, la alegría de compartir y el amor por la comida.

Con el tiempo, Lucas y Sofía no solo hicieron de Paysandú su nuevo hogar, sino que también se convirtieron en parte de una gran familia de amigos. Aprendieron a ver la belleza en la diversidad y la importancia de ser empáticos y curiosos hacia las diferencias y similitudes que existen entre ellos.

Finalmente, el último día de su primera semana en Paysandú, Lucas escribió en su cuaderno:

- “Hoy aprendí que, para ser amigos, solo hace falta el deseo de compartir risas y cosas ricas, aunque hablen diferente. Todos pueden ser parte de nuestra historia.”

Desde entonces, los hermanos siguieron explorando su nueva ciudad juntos, orgullosos de su herencia española, pero abiertos a las maravillas de su nueva vida en Uruguay, llevándose consigo un pedacito de cada lugar en sus corazones.

Y así, Lucas y Sofía no solo encontraron nuevos amigos, sino que también aprendieron que la amistad no tiene fronteras.

.

FIN.

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