Un nuevo hogar en Villa Feliz
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, un gatito muy bonito llamado Mimoso. Mimoso era blanco con manchitas grises y unos ojos grandes y brillantes que cautivaban a todos los que lo veían.
Vivía en una casa acogedora con una familia amorosa que lo cuidaba y mimaba mucho. Un día, mientras paseaba por el jardín de la casa, Mimoso se encontró con un pajarito herido.
El pajarito había caído del nido y no podía volar. Mimoso se acercó lentamente y comenzó a maullar suavemente para tranquilizarlo. "¿Estás bien, pequeño pajarito? No te preocupes, yo te ayudaré", dijo Mimoso con ternura. El pajarito miró a Mimoso con sus ojitos asustados y asintió levemente.
Con mucho cuidado, Mimoso tomó al pajarito con su boquita y lo llevó hasta el árbol donde estaba su nido.
Con paciencia y determinación, subió por el árbol hasta llegar al nido y depositó al pajarito junto a su mamá. La mamá pájaro cantó de alegría al ver a su pequeño sano y salvo gracias a la ayuda de Mimoso.
El pajarito le agradeció emocionado y toda la familia del pájaro también se sumó para expresar su gratitud hacia el gatito bondadoso. Desde ese día, Mimoso se convirtió en el héroe del pueblo. Todos hablaban de la valentía y generosidad del gatito bonito que salvó al pajarito indefenso.
Los niños del pueblo querían jugar con él todo el tiempo, las personas mayores lo acariciaban cuando pasaba cerca de ellas, e incluso los perros callejeros dejaron de molestarlo. Pero la fama no cambió a Mimoso; seguía siendo el mismo gatito amable y cariñoso de siempre.
Siempre estaba dispuesto a ayudar a quien lo necesitara sin esperar nada a cambio. Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, escuchó llantos provenientes de un arbusto cercano.
Se acercó sigilosamente y descubrió que era un cachorrito abandonado que tenía hambre y frío. Mimoso no dudó ni un segundo en llevar al cachorrito consigo hasta su hogar. Lo alimentó con leche tibia, lo abrigó con una mantita suave y jugueteaba con él para hacerlo sentir mejor.
"No llores más, pequeño amigo. A partir de ahora serás parte de nuestra familia", le dijo Mimoso al cachorrito entre ronroneos reconfortantes. El cachorrito miraba agradecido a Mimoso mientras movía la colita felizmente.
Desde ese día, Mimoso tuvo un nuevo compañero de travesuras: Pelusa, así decidieron llamarlo por su pelaje blanco como algodón dulce. La historia sobre cómo dos animalitos tan diferentes se convirtieron en amigos inseparables corrió como reguero de pólvora por todo Villa Feliz.
La gente admiraba aún más la nobleza de corazón de Mimoso e imitaban su actitud solidaria hacia los demás seres vivos.
Y así fue como gracias al gesto bondadosa e desinteresada del gatito bonito llamado Mismoso, logró cambiar no solo su vida sino también la vida otros animales necesitados en Villa Feliz.
FIN.