Un Ojo en la Victoria



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado La Cancha, vivía una niña muy especial llamada Ojo Yuribizaida Uña Cicatriz Voleibol. Ella tenía un nombre muy largo y extraño, pero eso no la detenía para nada.

Ojo era la mejor jugadora de voleibol del pueblo, siempre estaba lista para jugar y divertirse con sus amigos. Un día, mientras practicaba su saque perfecto, Ojo tropezó con una piedra y cayó al suelo.

Cuando se levantó, se dio cuenta de que algo había cambiado: ¡había perdido uno de sus ojos! Desde ese momento en adelante, Ojo tuvo que aprender a ver el mundo desde otra perspectiva. Al principio fue difícil para ella adaptarse a su nueva situación.

Sentía mucho miedo e inseguridad cada vez que salía a jugar al voleibol con sus amigos. Pero poco a poco fue encontrando maneras de superar los obstáculos que se le presentaban.

Un día, cuando estaba jugando en el parque con sus amigos, escuchó a un grupo de niños burlándose de ella por tener un solo ojo. Ojo se sintió muy triste y avergonzada por lo que habían dicho esos niños malvados.

Fue entonces cuando apareció Don Gato, el sabio del pueblo. "No te preocupes por lo que dicen esos niños", dijo Don Gato. "Tú eres única y especial tal como eres".

Don Gato le enseñó a Ojo cómo usar su imaginación para crear imágenes mentales más fuertes y precisas en lugar de depender únicamente de lo físico para ver las cosas. Con la ayuda de Don Gato, Ojo aprendió a jugar al voleibol con un solo ojo y se volvió aún más hábil que antes.

Un día, el equipo de voleibol del pueblo participó en un torneo local. Ojo estaba nerviosa por jugar contra otros equipos que no conocía, pero ella sabía que podía hacerlo gracias a su fuerza interior.

En el último partido, las cosas se pusieron difíciles para el equipo de Ojo. Estaban perdiendo 24-23 y era el turno de Ojo para sacar la pelota. "¡Vamos Ojo!", gritaron sus amigos desde la tribuna.

Ojo respiró profundamente y visualizó mentalmente el lugar donde quería que cayera la pelota. Luego lanzó la pelota con todas sus fuerzas y... ¡Ganaron! El equipo de Ojo había ganado el torneo.

Todos los niños corrieron hacia ella para felicitarla por su gran jugada. Pero lo más importante fue cuando esos niños malvados que habían burlado de ella antes se acercaron a pedirle disculpas por haber sido tan crueles.

A partir de ese día, todos los niños del pueblo respetaban a Ojo como una gran jugadora y persona única en su especie.

La historia de Ojo Yuribizaida Uña Cicatriz Voleibol es una inspiración para todos nosotros: podemos superar cualquier obstáculo si tenemos confianza en nuestra propia fortaleza interior y nos rodeamos de personas sabias y amorosas como Don Gato.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!