Un Pacto de Amor y Traición



NARRADOR: En la antigua Jerusalén, cuando el aroma de las especias llenaba las calles y el murmullo de la anticipación se extendía por la ciudad, llegó el día de los panes sin levadura. Era un tiempo de celebración, donde los amigos se reunían para compartir, reír y disfrutar de buena comida. En una casa acogedora, un grupo de amigos estaba organizando una cena especial.

- ¡Vamos, no olviden la mesa! - dijo Elián, un joven de cabellos oscuros y risueños ojos.

- ¡Yo me encargo de las decoraciones! - exclamó Sofía, una niña de cabello rizado que adoraba hacer manualidades.

NARRADOR: Mientras preparaban todo, un nuevo amigo se unió a ellos, un viajero llamado Gabi que había caminado mucho y traía historias emocionantes.

- ¿Qué nos contarás sobre tus viajes? - preguntó Tomás, un niño curioso que siempre quería aprender.

- He visto tierras lejanas, y por donde paso, siempre hay algo nuevo que aprender. Pero lo más importante que he aprendido es que los verdaderos tesoros son la amistad y el amor - contestó Gabi con una sonrisa.

NARRADOR: Todos se sintieron inspirados por las palabras de Gabi, y decidieron que esa noche compartirían no solo comida, sino también sus sueños y esperanzas. Al caer la tarde, la mesa estaba llena de deliciosos platillos.

- ¡Eureka! - gritó Sofía, decorando la mesa con flores y pequeños dibujos que había hecho.

- ¡Listo, ya podemos empezar! - añadió Elián emocionado.

- ¡Vamos a pasarla genial! - dijo Tomás, anticipando lo que sería una noche inolvidable.

NARRADOR: Sin embargo, mientras todos disfrutaban, Gabi comenzó a notar que había un pequeño problema. Dos de sus amigos, Elián y Sofía, empezaban a competir por la atención de los demás.

- ¡Miren lo que hice! - dijo Elián, mostrando un plato que había preparado.

- ¡Pero yo hice estos bonitos dibujos! - respondió Sofía, con un toque de tristeza en su voz.

- No se enojen, amigos. A veces, todos queremos un poquito de atención, pero eso no significa que debamos olvidarnos de compartir - intervino Gabi con cariño.

NARRADOR: Esta intervención hizo que Elián y Sofía reflexionaran. Se dieron cuenta de que su amistad era más importante que una competencia. Decidieron combinar sus esfuerzos y crear algo más grande juntos.

- ¡Hagamos un gran mural de nuestros sueños! - sugirió Sofía.

- Sí, así podremos mostrarle a todos lo que queremos lograr - aprobó Elián.

NARRADOR: Con la ayuda de Gabi, comenzaron a trabajar en el mural. Cada uno dibujó sus sueños: Tomás quería ser un explorador, Sofía una famosa artista, y Elián un chef reconocido.

- ¡Miren qué lindo queda! - dijo Tomás, viéndolo cobrar vida.

- ¡Esto es mucho más divertido que competir! - exclamó Sofía feliz.

NARRADOR: A medida que la noche avanzaba, las risas y la música llenaban la casa. Se dieron cuenta de que la verdadera magia estaba en la unión de sus corazones y sueños.

- Gracias, Gabi, por recordarnos lo que realmente importa - dijo Elián, y todos asintieron con una sonrisa.

- ¡A nuestra amistad! - brindaron todos, mirando su mural lleno de color y esperanza.

NARRADOR: Y así, esa noche culminó no solo con una cena deliciosa, sino con un pacto de amistad eterno. Comprendieron que al compartir, todos brillan un poco más, y que el amor verdadero no conoce de competencia.

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FIN.

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