Un perro en el campo
En un hermoso día soleado en el campo, un perrito llamado Max se despertó muy emocionado. Sus ojos brillaban como dos pequeños faros mientras miraba por la ventana de la casa de su dueño, un niño llamado Martín.
"Hoy quiero explorar todo el campo, Martín!" - ladró Max, moviendo la cola con entusiasmo.
Martín no tardó en vestirse y salir al aire libre. Él amaba a Max y juntos eran los mejores amigos. Mientras caminaban, Martín le dijo:
"Vamos a buscar aventuras, Max. ¿A dónde quieres ir primero?"
Max olfateó el aire y comenzó a correr hacia el hermoso campo lleno de flores. Sin embargo, mientras corrían, se dieron cuenta de que algo no estaba bien. El cielo, que hace un momento estaba claro, se cubrió de nubes oscuras.
"Oh, no, Max. Debemos volver, parece que se viene una tormenta" - dijo Martín preocupado. Pero Max se detuvo y olfateó el aire.
"Espera, Martín. Escucha eso!" - ladró Max. Desde lejos, se escuchaba un suave llanto. Sin pensarlo dos veces, Max corrió en dirección al sonido, y Martín lo siguió.
Cuando llegaron a un arbusto espeso, encontraron a una pequeña cría de ciervo, asustada y atrapada entre las ramas.
"¡Pobrecita! ¿Qué haremos, Max?" - dijo Martín, mirando al ciervo con compasión.
"Debemos ayudarla, Martín. Ella necesita de nosotros" - respondió Max, decidido. Martín se acercó con cuidado y, con la ayuda de su amigo, comenzó a liberar al ciervo de las ramas.
Después de unos minutos, el ciervo finalmente fue liberado. Se puso de pie, mirando a los nuevos amigos con ojos llenos de gratitud.
"Gracias, jóvenes héroes. Pensé que me quedaría atrapada para siempre" - dijo el ciervo con un suave susurro.
"No te preocupes. Siempre ayudaremos a quienes lo necesiten." - respondió Max, moviendo la cola orgulloso.
Martín sonrió. Estaba feliz de que habían podido ayudar. Pero de repente, se escuchó un trueno fuerte, y el viento comenzó a soplar.
"Es hora de irnos, Max. La tormenta se acerca" - dijo Martín, mientras miraba hacia el cielo oscuro.
El ciervito los miró con nerviosismo y dijo:
"No tengo un lugar seguro para refugiarme. ¿Puedo ir con ustedes?"
Martín miró a Max, y luego dijo:
"¡Por supuesto! Ven con nosotros. Todos juntos estaremos a salvo!"
Así, los tres amigos corrieron hacia un viejo roble que había en el campo. Sus ramas eran fuertes y amplias, y ofrecían un excelente refugio contra la lluvia.
Mientras se refugiaban bajo el árbol, la lluvia empezó a caer y el viento a aullar. Max, Martín, y el ciervito se acurrucaron, compartiendo historias para pasar el tiempo.
"¿Alguna vez has estado en una tormenta, ciervito?" - preguntó Martín.
"No, esta es mi primera vez. Y un poco me asusta" - respondió el ciervito con timidez.
"No tienes que asustarte. Siempre que estemos juntos, todo estará bien" - dijo Max, tratando de confortar a su nuevo amigo.
La lluvia pasó, y pronto apareció un hermoso arcoíris en el cielo. Martín salió de su escondite, emocionado.
"Miren! Un arcoíris hermoso!" - gritó mientras señalaba el cielo.
El ciervito salió también, sus ojos reflejando la maravilla.
" ¿Es de verdad?" - preguntó, maravillado.
"Sí, y es una señal de que todo estará bien!" - dijo Max, saltando de alegría. Los tres amigos rieron juntos, y la tristeza de la tormenta quedó atrás.
Desde ese día, Max, Martín, y el ciervito se volvieron inseparables, recorriendo juntos el campo, disfrutando de sus aventuras, y siempre ayudando a los que lo necesitaban. Aprendieron que la amistad y la solidaridad construyen lazos que perduran, no importa cuán oscuro se vea el cielo.
Y así, cada vez que escuchaban un trueno, recordaban que, aunque la tormenta podría ser aterradora, siempre encontrarían el camino de regreso hacia la luz y la alegría, siempre juntos. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.