Un Picnic de Sentimientos



Era un día soleado en la mente de Riley, y Alegría no podía dejar pasar la oportunidad de disfrutarlo al máximo. Tenía una idea brillante.

"¡Tristeza! ¿Te gustaría ir a un picnic?" - preguntó Alegría con su habitual entusiasmo.

Tristeza, que estaba sentada en un rincón, miró de reojo.

"¿Un picnic? No sé, suena... aburrido" - respondió, sin mucha emoción.

Pero Alegría no se iba a rendir tan fácilmente.

"Veámoslo de esta manera: podemos llevar nuestros snacks favoritos y disfrutar del sol. ¡Además, hay un hermoso parque lleno de flores!" - sugirió con una sonrisa radiante.

Finalmente, Tristeza accedió, aunque no podía evitar sentir que un picnic no era lo más divertido. Juntas, empacaron una enorme canasta con sándwiches, frutas y unas galletas de chocolate.

Al llegar al parque, Alegría desplegó una manta en el césped y se sentó con aire de felicidad.

"Mirá cuántas flores hermosas hay, Tristeza. ¡Es tan colorido!" - exclamó Alegría.

Tristeza no pudo evitar mirar a su alrededor.

"Sí, son bonitas..." - admitió. Pero, al mismo tiempo, se sentía algo melancólica pensando en que muchas flores se marchitan.

"¡Oh, vamos! No pienses en eso!" - dijo Alegría, tratando de levantar el ánimo.

"Pero es cierto, Alegría. Todo lo que nace también puede morir..." - respondió Tristeza, y su expresión se tornó más seria.

Alegría se quedó en silencio por un momento. Luego recordó un cuento que había leído antes.

"Escuchame, Tristeza. ¿Alguna vez escuchaste la historia del girasol que siempre sigue al sol?" - preguntó.

Tristeza frunció el ceño con curiosidad.

"¿Girasoles? ¿Qué tienen que ver con esto?"

"Los girasoles son felices cuando siguen la luz. Pero cuando se oculta, también se sumergen en la sombra, y ahí es donde aprenden a ser fuertes y a esperar por el sol de nuevo" - explicó Alegría.

"¿En serio?" - preguntó Tristeza con interés.

"Sí, y si no tuvieran esos momentos, no apreciarían tanto la luz. De la misma forma, nosotros necesitamos sentir todo: la alegría y la tristeza. Cada una tiene su propósito" - mencionó Alegría.

Tristeza pensó en esto.

"Quizás... tengas razón" - respondió, y una pequeña sonrisa comenzó a formarse en su rostro.

Decidieron comer los sandwiches, y mientras charlaban, empezaron a escuchar el canto de los pájaros.

"¿Ves? También el canto de los pájaros es hermoso, aunque no podamos verlos a todos todo el tiempo" - dijo Alegría.

"Nunca había pensado en eso. La música a veces realmente puede hacernos sentir bien, incluso en los momentos tristes" - admitió Tristeza mirando hacia el cielo.

Alegría se iluminó.

"¡Exacto! La tristeza es un sentimiento importante, y eso está bien. A veces hablar sobre lo que sentimos nos ayuda a verlo todo más claro" - explicó.

"Sí... como en este picnic, puedo ser feliz y triste al mismo tiempo" - dijo Tristeza, ahora con una sonrisa genuina.

Ambas se dieron cuenta de que, a pesar de sus diferencias, se complementaban de una manera especial. Juntas eran un equilibrio perfecto, donde la alegría le daba luz a la tristeza y la tristeza le daba profundidad a la alegría.

Al final de su día en el parque, Alegría miró a Tristeza y le dijo:

"Me alegro de que hayamos venido a este picnic juntas. Aprendí mucho de vos hoy".

"Y yo de vos. Gracias por hacerme ver las cosas desde otro ángulo" - contestó Tristeza, ahora más relajada.

Las dos volvieron a casa, sabiendo que, aunque a veces se sintieran diferentes, juntas hacían que el mundo de Riley fuera más brillante y completo. A partir de ese día, decidieron salir a más picnics juntas, celebrando cada emoción, tanto la alegría como la tristeza, porque ambas eran necesarias para florecer como los girasoles en el campo.

Y así, Alegría y Tristeza aprendieron que todas las emociones son importantes.

Fin.

FIN.

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