Un Poderoso Amigo
Era un día soleado en una ciudad costera, y Adriel, un niño curioso y valiente, estaba paseando por la playa construyendo castillos de arena. De repente, el mar comenzó a agitarse, y una gran sombra emergió de las profundidades. Con asombro y un poco de miedo, Adriel vio cómo un enorme monstruo verde, nada menos que Godzilla, salía del océano.
- ¡Guau, es Godzilla! - exclamó Adriel con los ojos bien abiertos.
Godzilla miró a su alrededor, y los ciudadanos comenzaron a huir despavoridos, pero Adriel, en lugar de asustarse, se acercó un poco, decidido a averiguar qué estaba pasando.
- ¡Hola, Godzilla! - gritó Adriel con valentía.
Godzilla, sorprendido por la valentía del pequeño, respondió con una voz profunda y amistosa:
- ¡Hola, niño! Me llamo Godzilla, y no estoy aquí para causar problemas, solo estoy perdido.
Adriel se sintió aliviado.
- ¿Perdido? - preguntó Adriel. - ¿Cómo podés estar perdido en el océano?
- Pues, yo vivo en el fondo del mar. Pero un día, decidí explorar la superficie, y en mi viaje, terminé nadando muy lejos. - explicó Godzilla mientras miraba hacia el horizonte.
Adriel sintió empatía por el gigante.
- ¿Y ahora cómo volvés a casa? - preguntó.
- No lo sé. A veces, me siento un poco triste porque no puedo encontrar mi camino. - dijo Godzilla, bajando un poco la cabeza.
Adriel pensó en una solución.
- Tal vez podrías seguir las estrellas. Yo he visto a los pescadores usar una estrella muy brillante para regresar a casa cuando están perdidos en el mar. - sugirió Adriel.
Godzilla levantó la vista.
- ¡Eso suena genial! Pero, ¿cómo voy a mirar las estrellas si no puedo salir del agua? - comentó Godzilla, ya que su gran tamaño lo hacía un poco torpe para asomarse por completo.
- ¡Ya sé! Vení, vamos a construir un faro. Con un faro podés ver la luz de las estrellas por las noches. - propuso Adriel, emocionado.
- ¡Eso es una gran idea! - dijo Godzilla, sonriendo.
Así que Adriel y Godzilla comenzaron a trabajar juntos. Adriel le explicó cómo encontrar materiales en la playa y Godzilla usó su gran fuerza para recoger rocas y madera del fondo del océano. Juntos construyeron un faro que se alzaba orgulloso sobre la arena, iluminado por una gran lámpara que habían hecho con cosas que encontraron.
Pasaron días construyendo y probando su faro. Los habitantes de la ciudad, que al principio tenían miedo, comenzaron a ver lo que hacían.
- ¡Miren! - dijo una niña. - Godzilla no es un monstruo, es un amigo de Adriel.
Adriel y Godzilla comenzaron a hacer espectáculos de luz en la playa, y cada noche, las personas venían a ver cómo el faro guiaba a las embarcaciones. Adriel se subía a la espalda de Godzilla y juntos saludaban a los barcos que pasaban.
Una noche, mientras el faro iluminaba el cielo estrellado,
- Mirá, Godzilla - dijo Adriel emocionado. - La estrella brillante que mencioné está justo allí.
Godzilla sonrió.
- Gracias, Adriel, por ayudarme a encontrar mi camino a casa por medio de tus ideas. Nunca hubiera pensado que algo tan simple como un faro me podría ayudar tanto.
- Siempre hay una solución si trabajamos juntos. - respondió Adriel, contento.
Después de algunas semanas, Godzilla se sintió preparado para regresar a su hogar. Esa noche, miró a las estrellas y, siguiendo la luz de su nuevo faro, se despidió de Adriel.
- ¡Nos vemos, amigo! - dijo Godzilla, con una sonrisa melancólica. - Siempre recordaré nuestras aventuras juntos.
- ¡Adiós, Godzilla! Siempre serás mi amigo especial. - contestó Adriel, con los ojos llenos de lágrimas.
Cuando Godzilla se sumergió en el océano, Adriel sintió que había construido no solo un faro, sino también una amistad increíble. Aprendió que la valentía y la creatividad pueden ayudar a otros, y que los amigos siempre encuentran la manera de ayudarse, sin importar lo diferentes que sean.
A partir de ese día, Adriel continuó explorando la playa, siempre con una sonrisa, y cada vez que veía un barco pasar cerca del faro, recordaba a su gran amigo Godzilla.
FIN.