Un rescate inesperado


. Todos los días, después de la escuela, Juan salía corriendo hacia el parque para jugar con su amiga tortuga. Juntos jugaban a esconderse en los arbustos y saltar sobre los charcos.

Un día, mientras saltaban en un charco muy grande, Juan notó que su amiga tortuga estaba triste. "¿Qué pasa, amiga? ¿Por qué estás triste?" preguntó Juan preocupado. "No puedo saltar como tú", respondió la tortuga con voz débil.

Juan se sintió mal por haber hecho sentir mal a su amiga y decidió ayudarla. "No te preocupes, yo te enseñaré a saltar", dijo Juan con una sonrisa. Y así comenzaron las lecciones de salto.

Cada día después de la escuela, Juan y su amiga practicaban juntos. Al principio era difícil para la tortuga pero poco a poco fue mejorando gracias a la paciencia y dedicación de Juan. Un día mientras practicaban en el parque, un pájaro cayó herido cerca de ellos.

La tortuga quería ayudarlo pero no podía moverse lo suficientemente rápido para llevarlo al veterinario. Fue entonces cuando Juan tuvo una idea brillante: construirían una camilla improvisada usando ramas y hojas para transportarlo al veterinario más cercano.

Con trabajo en equipo lograron llevar al pájaro al veterinario y salvarle la vida gracias a su ingenio y valentía.

Desde ese día en adelante, Juan aprendió que nunca debemos subestimar las habilidades o capacidades de otros solo porque son diferentes a nosotros. En cambio debemos ayudarnos mutuamente y trabajar juntos para superar cualquier obstáculo. Y así Juan y su amiga tortuga continuaron jugando juntos en los charcos, saltando y divirtiéndose sin importar las diferencias que pudieran tener.

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