Un Suboficial Mayor en el Ejército
Había una vez un niño llamado Juan que vivía en un pequeño pueblo argentino. Desde muy chico, admiraba a los soldados del Ejército que pasaban cerca de su casa. La forma en que marchaban en fila, sus uniformes tan bien planchados y cómo ayudaban a la gente le llenaban de orgullo. Juan soñaba con ser un Suboficial Mayor del Ejército algún día.
Un día, mientras caminaba por el parque, Juan vio a un grupo de niños jugando a la guerra. Él se unió rápidamente y empezó a liderar el juego. "¡Vamos, soldaditos! ¡A la carga!"- gritó emocionado, mientras los demás lo seguían.
Al día siguiente, mientras estudiaba en su casa, encontró un libro sobre el Ejército argentino. En él, descubrió la importancia de ser un Suboficial Mayor. "¡Mirá, mamá!"- exclamó. "Dice que los Suboficiales Mayores ayudan a mantener la disciplina y enseñan a los soldados nuevos. ¡Yo quiero ser uno!"- La mamá de Juan sonrió. "Eso es maravilloso, hijo. Siempre es bueno tener metas. Pero recuerda, también requiere mucho esfuerzo y dedicación."-
Juan comenzó a estudiar con más ganas. Se unió a un club de jóvenes líderes en su escuela y aprendió sobre trabajo en equipo, resolución de problemas y la importancia de ayudar a los demás. "Cada vez que trabajamos juntos, nos volvemos más fuertes. ¡Así se hace en el Ejército!"- decía Juan a sus amigos.
Un día, mientras estaban en el club, decidieron organizar una colecta de alimentos para ayudar a una escuela cercana. "¡Deberíamos hacer algo grande, como los soldados!"- propuso Juan. "¿Por qué no hacemos una carrera solidaria?"- sugirió su amiga Sofía. Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a planearlo.
Días después, la carrera fue un éxito. Recaudaron muchas donaciones y Juan se sintió muy orgulloso. "Esto es un poco como ser un Suboficial Mayor, ¿no?"- dijo Juan, sonriendo a sus amigos. "Sí, estás liderando y ayudando a los demás, como lo haría un buen soldado!"- respondió Sofía.
Al poco tiempo, un oficial del Ejército visitó la escuela y escuchó sobre la carrera solidaria. "Es admirable lo que han hecho, chicos. La comunidad necesita más jóvenes como ustedes. Sigan así, sigan soñando en grande. Tal vez uno de ustedes podría llegar a ser un Suboficial Mayor algún día."- dijo el oficial.
Eso inspiró aún más a Juan. "Si sigo trabajando duro y ayudando a los demás, sé que puedo lograrlo!"- se dijo a sí mismo. Así que decidió entrar a un programa de formación juvenil en su comunidad que enseñaba valores como la responsabilidad, el trabajo en equipo y el liderazgo.
A medida que pasaban los años, Juan creció y se volvió un joven fuerte y sabio. Siguió su camino y se unió al Ejército. Se dedicó con todo su esfuerzo y corazón. Cada día aprendía algo nuevo y ayudaba a otros a crecer, como había soñado desde niño.
Después de muchos años de trabajo y dedicación, Juan fue ascendido a Suboficial Mayor. En el gran desfile de su pueblo, recibió su insignia con orgullo. "¡Lo logré!"- pensó, mientras veía a los niños del pueblo mirándolo con admiración. No solo era un soldado, sino un mentor y un líder para otros.
Al final del desfile, se acercó a los niños que estaban jugando algo parecido a lo que él había hecho cuando era pequeño. "Recuerden, lo más importante no solo es ser un buen soldado, sino también un buen líder y amigo. Nunca dejen de soñar y trabajen duro porque con esfuerzo todo es posible."-
Juan sonrió al pensar en todos los obstáculos que había superado y en la importancia de servir a su comunidad. Ellos lo miraron con los ojos brillantes, sintiendo que sus propias metas estaban más cerca de ser alcanzadas.
Y así, Juan vivió su vida siendo un ejemplo para todos, enseñando a cada niño que el camino hacia los sueños está lleno de esfuerzo, dedicación y la voluntad de ayudar a los demás.
Fin.
FIN.