Un sueño a punto de cumplirse



Érase una vez en un colorido pueblo llamado Arcoíris, donde vivía una alegre tortuga llamada Tula. A pesar de ser una tortuga, Tula tenía un gran sueño: quería ganar la gran carrera de Arcoíris, que se celebraba una vez al año. Todos los animales del pueblo competían, desde el rápido conejo Rayo hasta la astuta serpiente Slinky.

Un día, mientras Tula practicaba en su lugar favorito del parque, se encontró con su amiga, la ardilla Chispa.

"Tula, ¿por qué sigues practicando? Sabés que siempre ganas el último lugar", le dijo Chispa con una sonrisa.

"Lo sé, pero este año tengo un plan", respondió Tula con determinación. "He estado entrenando todos los días y creo que puedo hacerlo. Estoy segura de que no se trata solo de ser rápido, sino de ser perseverante y creer en mí misma".

Chispa, emocionada, decidió ayudarla. Juntas formaron un equipo de entrenamiento. Cada día, Chispa alentaba a Tula con consejos y juegos divertidos para que su resistencia mejorara. Pero, a medida que se acercaba el día de la carrera, Tula comenzaba a dudar.

"Tal vez este sueño es demasiado grande para mí", suspiró Tula una tarde mientras miraba a otros animales entrenar más rápido.

"Nunca digas eso, Tula. Es normal sentir dudas, lo importante es no rendirse. Recordá por qué empezaste", le respondió Chispa.

El gran día llegó y el pueblo estaba lleno de emoción. Los animales se alinearon en la línea de partida. Tula estaba nerviosa, pero también emocionada. Cuando sonó el silbato, todos salieron disparados, menos Tula, que empezó a su ritmo.

Al principio, quedó muy atrás. Rayo el conejo y Slinky la serpiente corrían a una velocidad impresionante, mientras Tula avanzaba lentamente, pero con esfuerzo.

"¡Vamos, Tula! ¡Podés hacerlo!", gritaba Chispa desde la muchedumbre.

Mientras todos competían, un giro inesperado ocurrió. A la mitad del recorrido, Rayo tropezó con una piedra y cayó. Slinky, al correr para ayudarlo, se enredó en las ramas de un arbusto. El camino se volvió confuso, y muchos perdieron la concentración.

Tula vio lo que pasaba y recordó que siempre había sido muy buena para encontrar el camino correcto. Durante su entrenamiento, había aprendido a observar cada detalle. Con calma y cuidado, comenzó a avanzar mientras otros se distrajeron en la confusión.

"¡Mirá, Chispa! ¡Estoy avanzando!", exclamó Tula con alegría.

"¡Sí! ¡Sigue adelante!" respondió Chispa, llena de energía.

Así, Tula siguió avanzando, paso a paso, mientras otros se desvanecían en el caos. Finalmente, se acercaba a la línea de meta y podía ver que no estaba tan lejos. Con cada movimiento, su confianza creció.

Era su momento. Con un último esfuerzo y mientras todos se recobraban del tumulto, Tula cruzó la línea de meta. Aunque no fue la primera, lo importante fue que había terminado la carrera.

"¡Lo lograste, Tula! ¡Sos una campeona!", le dijo Chispa mientras la abrazaba.

"Tal vez no gané, pero pude demostrarme que puedo lograr mis sueños, solo necesitaba creer en mí misma", contestó Tula con una gran sonrisa.

Y así, en el pueblo de Arcoíris, no solo Tula se volvió un símbolo de perseverancia, sino que, alentó a otros a seguir sus sueños sin importar las circunstancias. Cada año, los animales contaban la historia de la tortuga que, a pesar de ser lenta, enseñó que lo importante es nunca rendirse y siempre tener fe en uno mismo.

FIN.

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