Un Sueño en el Bosque



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de un exuberante bosque, un joven conejo llamado Tomás. Desde que era muy pequeño, Tomás soñaba con ser un gran músico y tocar el violín en el gran festival del bosque. Cada noche, practicaba con una pequeña rama, haciéndose la ilusión de que era su violín.

Un día, mientras saltaba alegremente por el bosque, alguien lo escuchó.

"¡Qué hermoso suena eso!" – dijo una ardilla llamada Lila, que pasaba por allí.

"Gracias, Lila. Es solo una rama, pero algún día tendré un verdadero violín" – respondió Tomás, emocionado.

"¡Claro! Deberías seguir tu sueño, Tomás" – animó Lila.

Tomás decidió que ese año participaría del festival, así que comenzó a prepararse. Sin embargo, su camino no sería fácil.

Un día, mientras practicaba, se sintió frustrado porque no estaba sonando como él quería.

"¡Quizás nunca logre tocar!" – exclamó, triste.

Lila llegó corriendo.

"¡No digas eso! Todos los grandes músicos han tenido dificultades. Lo importante es no rendirse" – alentó su amiga.

Tomás tomó un profundo suspiro y continuó practicando. Sin embargo, un giro inesperado ocurrió. Un grupo de ranas ruidosas llegó al bosque y empezaron a hacer ruido cada vez que él intentaba tocar.

"¡Cálmense! Estoy tratando de practicar para el festival" - les dijo Tomás exasperado.

Las ranas se rieron.

"¡No te escuchamos!" – gritó una de ellas.

A pesar de la distracción, Tomás decidió que no dejaría que eso lo detuviera. Se mudó a otro lugar y encontró un claro donde podía practicar en paz. Lo que no esperaba era que una hermosa mariposa se le acercara.

"Hola, pequeño. ¿Por qué tocas tan triste?" – preguntó la mariposa.

"Quiero tocar en el festival, pero siento que nunca lo lograré" – confesó Tomás.

"Eres valioso, y tienes talento. No permitas que los demás te digan lo contrario. Practica con todo tu corazón y verás cómo brillas" – respondió la mariposa.

Con nuevas energías, Tomás siguió practicando. Un par de semanas después, el día del festival llegó. Todos los animales del bosque se reunieron, y Tomás estaba muy nervioso.

"¿Y si no le gusto a nadie?" – murmuró.

"¡Tomás! Confía en ti mismo, y recuerda por qué lo haces" – le dijo Lila, apoyando su patita.

Finalmente, llegó su turno. Cuando subió al escenario, el bosque se quedó en silencio. Con su corazón latiendo rápido, comenzó a tocar. Los acordes fluyeron con cada movimiento. Y en ese instante, se olvidó de las ranas, de su miedo y de todos los problemas.

La música llenó el aire y los animales comenzaron a aplaudir. Cuando terminó, un aplauso ensordecedor resonó a través del bosque.

"¡Bravo, Tomás!" – gritaron todos.

Tomás sonrió, lleno de felicidad. Había logrado su sueño.

Finalmente, ese día no solo ganó el respeto de sus amigos, sino que aprendió que lo más valioso no era sólo tocar bien, sino el viaje y el esfuerzo que puso en cada nota. Desde entonces, Tomás siempre decía:

"Sigue tus sueños y nunca te rindas, porque cada uno de nosotros es único y valioso.

Y así, Tomás se convirtió en un gran músico, pero más importante aún, en un ejemplo para todos los que lo conocían, recordándoles que todos podemos alcanzar nuestras metas si creemos en nosotros mismos y perseveramos.

FIN.

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