Un Sueño en el Corazón
Sofía era una niña de ojos brillantes y una sonrisa radiante. Vivía en un pequeño pueblo en Oaxaca, México, donde cada mañana se despertaba con el canto de los pájaros y el aroma a tortillas recién hechas. Sin embargo, su vida estaba por cambiar.
- Mamá, ¿por qué tenemos que irnos? - le preguntó un día mientras jugaban en el patio.
- Sofía, queremos buscar un futuro mejor para todos, - respondió su madre con ternura.
- Pero... ¿no podemos quedarnos aquí? - La niña sentía un nudo en la garganta.
Su papá, que las escuchaba desde la ventana, se acercó y se arrodilló a su lado.
- Hija, queremos que tengas más oportunidades, que puedas estudiar y soñar en grande. Por eso, vamos a viajar a Estados Unidos. -
Sofía miró al suelo, pensando en sus amigos y su hogar, pero luego miró al horizonte y vio el sol brillando con fuerza.
- Está bien, papá, vamos a hacer esto juntos. -
Así, un día de sol radiante, con un pequeño bolso lleno de ropa y muchos sueños, Sofía, su mamá y su papá emprendieron un largo viaje.
Cruzaron montañas, ríos y valles. En cada lugar que visitaban, Sofía aprendía algo nuevo:
- ¡Mira, mamá! - gritó cuando vieron un cactus enorme en el desierto.
- Es muy bonito, Sofía, - respondió su madre.
- ¿Podríamos tener uno en casa? - Sofía soñaba con tener un cactus de adorno.
Después de semanas de viaje, llegaron a Altar, Sonora, donde conocieron a otros migrantes, como una familia de Guatemala.
- Hola, me llamo Sofía. ¿De dónde son ustedes? - preguntó la niña.
- ¡Hola! Somos de Guatemala. Estoy muy emocionada porque también vamos a Estados Unidos, - dijo la pequeña guatemalteca.
- ¿Cuál es tu nombre? -
- Mi nombre es Ana. - Las dos niñas se hicieron amigas rápidamente.
Antes de cruzar la frontera, Sofía y sus padres tuvieron que esperar y prepararse para el siguiente paso. La familia de Ana les compartió historias de su propio viaje. Sofía se sintió inspirada.
- Si estamos juntas, ¡podemos lograrlo! - gritó.
- ¡Sí! - respondió Ana emocionada.
Pero llegaría el momento de cruzar. Sofía sintió miedo al ver las barreras, pero el apoyo de su familia la llenaba de valentía.
- Recuerda, Sofía, nada es imposible si lo hacemos juntos, - le dijo su padre apretándole la mano.
- Voy a ser valiente, papá. -
Finalmente, tras muchas aventuras y momentos de incertidumbre, lograron cruzar la frontera. Una vez en Estados Unidos, las posibilidades parecían infinitas.
- ¡Mira eso! - Sofía señalaba un parque lleno de niños jugando.
- Podemos ir a explorar, - dijo su madre, sonriendo.
La primera noche en su nuevo hogar, mientras contemplaban el cielo estrellado, Sofía les contó sus sueños.
- Quiero ser doctora y ayudar a la gente, - dijo con determinación.
- ¡Y yo quiero ser artista! - añadió Ana, quien también había llegado a la misma ciudad.
- Juntas, podemos hacerlo, - respondieron al unísono.
Los días se convirtieron en meses y las aventuras nunca se detuvieron. Sofía y Ana exploraron su nueva ciudad, hicieron amigos en la escuela y aprendieron nuevas cosas todos los días. Sofía se dio cuenta de que aunque el camino había sido difícil, sus sueños estaban más cerca que nunca.
- Gracias por ser parte de mi viaje, Ana. - dijo un día.
- Gracias a vos, Sofía. Juntas somos más fuertes. -
Así, Sofía, con su familia y su amiga Ana, vivieron cuentos de valentía, amistad y esperanza, sabiendo que cualquier camino, por largo que fuera, podría llevarlas a la realización de sus sueños.
FIN.