Un Sueño Lleno de Sorpresas



Era un día soleado y André, un niño curioso y aventurero, decidió emprender un viaje por toda Argentina. Con su mochila llena de snacks y su cuaderno de dibujos, se subió a su bicicleta y comenzó su travesía.

Mientras pedaleaba, André disfrutaba de los paisajes deslumbrantes de su país: los verdes campos de la pampa, las coloridas montañas de los Andes y las misteriosas selvas de Misiones. Cada paraje era una nueva oportunidad para aprender algo increíble.

"¡Mirá, un cóndor!" - exclamó André mientras un ave majestuosa surcaba el cielo.

"¿Sabías que pueden volar a más de 5.000 metros de altura?" - le explicó un anciano sabio que se encontraba allí sentado.

André tomó nota y continuó su camino. Visitó las Cataratas del Iguazú y se maravilló al ver cómo enormes chorros de agua caían con fuerza. Las mariposas revoloteaban a su alrededor.

"¿Por qué son tan coloridas?" - preguntó André a una guía turística.

"Son un símbolo de la biodiversidad de Argentina. Aquí viven más de 1.000 especies de mariposas distintas!" - respondió ella con una sonrisa.

Cuando llegó a Buenos Aires, la ciudad lo deslumbró con su arquitectura y su gente. De repente, se topó con una enorme Torre Eiffel.

"¡No puede ser!" - pensó André, confuso. "¿Qué hace la Torre Eiffel aquí en Argentina?"

"Es una réplica, pequeñín!" - le dijo un artista callejero con un sombrero. "Así los turistas pueden disfrutar de la vista sin tener que ir a París."

André rió y continuó explorando. Sin embargo, lo más sorprendente aún estaba por venir. Mientras pedaleaba por un parque, vio un grupo de perritos volando. Eran pequeños, animals y llevaban gafas de sol.

"¡Qué locura!" - gritó André, asombrado. "¿Están volando con globos?"

"Sí, ¡y también son los mejores voladores del mundo!" - ladró uno de los perritos con voz juguetona, mientras giraba en el aire.

André se unió a ellos, riéndose y disfrutando de su vuelo.

"¡Vení, vení!" - lo animaron los perritos. "Vamos a hacer una competencia de vuelo, ¡el primero que llegue al arcoíris gana!"

Los perritos comenzaron la carrera y André no pudo resistirse a unirse. Corría, saltaba y reía con ellos, sintiéndose más feliz que nunca.

De repente, sintió un tirón en su hombro. Era su madre que lo estaba despertando.

"André, es hora de levantarse, tenés que ir a la escuela."

Al abrir los ojos, se dio cuenta de que todo había sido un sueño.

"¡Mamá!" - dijo, emocionado "¡Tuve un sueño increíble! Viajé por Argentina, vi la Torre Eiffel y jugué con perritos voladores!"

Su madre sonrió y le acarició el cabello.

"Los sueños son maravillosos, André, y refuerzan nuestra imaginación. Pero hoy también podés hacer algo especial en la escuela. ¿Qué tal si en la clase de arte dibujás todo lo que viste en tu sueño?"

André sintió que su corazón rebosaba de alegría. Sabía que aunque el viaje había sido solo un sueño, podía llevar un pedacito de esas maravillas a la realidad. Así que agarró sus lápices de colores y se puso a dibujar la Torre Eiffel, los cóndores, las cataratas y, por supuesto, a los perritos voladores.

Y así, cada vez que se sentaba a dibujar, recordaba que la aventura no siempre está en los viajes físicos, sino también en la inmensidad de la imaginación.

Desde ese día, André prometió nunca dejar de soñar y de explorar, porque en cada sueño, hay un mundo lleno de posibilidades.

FIN.

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