Un Tropezón que Enseña



Era un día soleado y brillante en la escuela. Camila y sus amigas, Valentina y Sofía, estaban completamente concentradas en su partido de voley en el patio. Risas y gritos de emoción llenaban el aire mientras el balón volaba de un lado a otro.

"¡Volea, Sofía!", gritó Valentina, mientras se preparaba para recibir el saque. Sofía, saltando con toda su energía, intentó dar un golpe certero, pero en ese momento, la maestra Ana asomó su cabeza por la puerta del aula.

"¡Chicas! ¡Es hora de entrar al aula!", llamó la maestra.

"¡Ay, pero estamos en la mejor parte!", se quejó Sofía, mientras el balón caía a sus pies.

"Vamos, solo será un ratito", respondió Camila, intentando halagar a su amiga para que no se desanimara.

Las tres se dirigieron hacia el aula, pero en una jugada poco afortunada, Valentina tropezó con una piedra que había en el camino. Se cayó al suelo con un fuerte golpe, haciendo que el corazón de las otras dos amigas latiera con fuerza.

"¡Valen!", gritaron las chicas al unísono, corriendo hacia ella. Valentina se restregó la rodilla, empezando a sentir un ardor.

"¡Ay! Me duele mucho", dijo entre lágrimas.

"No llores, Valen. Te ayudamos. Vamos, levántate", le dijo Camila con una voz suave.

"Sí, eres muy fuerte. ¡No dejes que te derriben una piedra!", le dijo Sofía tratando de hacerla sonreír.

Valentina, aún con un poco de miedo, se esforzó por levantarse. "¿En serio puedo?", preguntó, mirando sus amigas.

"¡Claro! ¡Mirá! Esta es solo una pequeña aventura en nuestro día. Las aventuras siempre tienen sus tropezones", respondió Camila.

Con un poco de ayuda, Valentina se levantó y sonrió entre dientes. "¿Sabés qué? Tenés razón. ¡No dejaré que esto me detenga!", dijo, limpiándose las lágrimas.

Las chicas se apoyaron mutuamente en el camino hacia el aula, hablando sobre lo que iban a hacer después de clases. Una vez sentadas, la maestra Ana comenzó a explicar un nuevo proyecto que trataría sobre la importancia de levantarse después de una caída.

"Como en el voley, a veces podemos caer y lastimarnos, pero lo importante es que siempre podemos levantarnos y seguir jugando", dijo la maestra con entusiasmo.

"¡Eso nos pasó hoy!", exclamó Valentina, recordando el tropezón.

La maestra sonrió. "Exactamente. Si aprendemos a caernos y levantarnos de nuevo, seremos más fuertes. Eso es algo muy valioso en la vida".

Desde ese día, Valentina se convirtió en un ejemplo para sus amigas. Cada vez que alguna de ellas se caía, o enfrentaba un desafío, recordaban lo que habían vivido aquella jornada. En el patio, ahora jugaban diciendo:

"¡Es solo un tropezón!" y se reían mientras continuaban con sus juegos, siempre apoyándose unas a otras.

Así, Camila, Valentina y Sofía aprendieron que las caídas no son el final del juego, sino una oportunidad para levantarse más fuertes que antes.

FIN.

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