Un Viaje a la Jungla de Inglaterra
Era un día soleado en el parque de su barrio, y Viki, Vale, Cande, Marco y Ana habían decidido hacer un picnic. Mientras compartían sándwiches de mermelada y galletitas, se les ocurrió contar historias sobre aventuras fantásticas.
"¿Y si pudiéramos viajar en el tiempo?" propuso Vale mientras mordía su galletita.
"¡Eso sería increíble!" exclamó Marco. "Podríamos ir a cualquier parte, incluso a la jungla de Inglaterra, si es que hay una!"
"Yo leí en un libro que tal vez existía un lugar así, lleno de plantas y animales exóticos", dijo Cande entusiasmada.
Ana, con su mirada curiosa, sugirió: "¿Y si construimos una máquina del tiempo con cosas que encontramos por aquí?"
Todos se miraron emocionados. Juntos, comenzaron a recolectar materiales: una caja de cartón vieja, un par de luces de colores, hilos y una brújula que había pertenecido al abuelo de Marco.
"Esto tiene que funcionar!" dijo Viki mientras conectaba los cables de juguete.
"¿Y si no?", preguntó Cande un poco preocupada.
"¡Crear es mágico! Si no funciona, aprenderemos para la próxima", afirmó Vale con confianza.
Con un grito de alegría, comenzaron a girar la brújula y a presionar los botones que habían dibujado en la caja. De repente, un rayo de luz los envolvió y, en un abrir y cerrar de ojos, aparecieron en un lugar completamente diferente.
"¡Miren! Estamos en la jungla de Inglaterra!" gritó Ana al ver a su alrededor enormes árboles y plantas verdes.
"Increíble! ¡Mirá esas flores!" exclama Marco, corriendo rumbo a colores vibrantes.
Mientras exploraban, se dieron cuenta de que no todo era un cuento de hadas. El lugar estaba lleno de sorpresas, y no todos los animales eran amistosos.
De pronto, escucharon un rugido fuerte.
"¡Eso no suena bien!" dijo Cande, mirando a sus amigos con miedo.
"No se asusten, tal vez podamos ayudar a ese animal", sugirió Viki.
Siguieron el sonido y se encontraron con un gran oso atrapado en unas ramas.
"¡Ayudémoslo!" gritó Ana.
Pero antes de que pudieran acercarse, el oso se irritó.
"¡Pero no podemos dejarlo así!" dijo Vale.
"Tal vez podríamos usar la brújula para distraerlo", propuso Marco.
Viki tomó la brújula y la sacudió, haciendo que brillara. El oso, curioso, desvió su atención. Aprovechando esa oportunidad, Cande comenzó a retirarle las ramas con cuidado.
"¡Vamos, rápido!" dijo Cande en un susurro.
El oso finalmente fue liberado, ¡y para su sorpresa, no se enfadó! En lugar de eso, giró hacia los niños y, en un gesto amistoso, les dio una patada suave en la espalda.
"¿Nos está agradeciendo?" preguntó Vale, fascinada.
El oso, contento, se fue saltando. Los amigos se sintieron muy orgullosos de haber ayudado.
"Este viaje es mejor de lo que imaginé", dijo Ana.
"Sí, además estamos aprendiendo sobre trabajar en equipo y ayudar a los demás", agregó Marco.
Siguieron explorando, descubriendo plantas que jamás habían visto y aprendiendo sobre los animales que habitaban la jungla.
Al atardecer, comenzaron a sentir que era hora de regresar.
"¿Cómo volvemos?" preguntó Cande, un poco preocupada.
"Sigamos el mismo camino que vinimos", sugirió Viki.
Mientras caminaban, un grupo de pájaros coloridos empezó a volar a su alrededor, guiándolos hacia un claro iluminado donde la máquina del tiempo los esperaba.
"Por favor, funcioná esta vez", pidió Vale, con la mano sobre la brújula.
Cuando activaron la máquina, sintieron otra vez el mismo destello de luz. Al abrir los ojos, se dieron cuenta de que estaban de vuelta en el parque, justo donde habían comenzado su picnic.
"¡Lo hicimos!" gritaron todos a la vez, emocionados.
Esa aventura en la jungla no solo había sido divertida, sino también educativa. Habían aprendido sobre la importancia de la amistad, el trabajo en equipo y la necesidad de proteger y ayudar a la naturaleza.
"Deberíamos seguir creando más aventuras como esta", sugirió Cande.
"¡Sí! Dejemos que nuestra imaginación nos lleve lejos. La jungla de Inglaterra no será la última vez que viajemos juntos", finalizó Marco con una gran sonrisa.
FIN.