Un viaje a la selva
Era un día soleado en la pequeña ciudad de Miguel. Con una mochila llena de provisiones y su inseparable amigo, un simpático mono llamado Juanito, decidieron emprender un viaje a la selva tropical. La selva era un lugar lleno de colores, sonidos y misterios, y Miguel siempre soñó con aventurarse en ella.
"¡Vamos, Juanito!" - dijo Miguel, emocionado. "Hoy será un gran día para explorar la selva y descubrir nuevos amigos."
"¡Síí!" - gritó Juanito, dando saltitos de alegría. "Estoy listo para la aventura."
Cuando llegaron a la selva, se encontraron con una multitud de árboles altos, flores brillantes y el sonido de aves cantando por todos lados.
"Mirá, Miguel, ¡hay un tucán!" - exclamó Juanito. "Es tan colorido. ¡Hagamos un poco de ruido para atraerlo!"
Miguel empezó a imitar el canto del tucán. Después de unos momentos, el tucán, curioso, se acercó a ellos.
"Hola, pequeños aventureros. Soy Tuku, el tucán. ¿Qué los trae por estos lares?" - preguntó el ave con una voz melodiosa.
"Estamos explorando la selva y buscando nuevos amigos" - respondió Miguel. "¿Quieres unirte a nosotros?"
"Me encantaría, pero debo cuidar de mis huevos en el nido. Sin embargo, puedo guiarlos hasta el río, donde hay una asombrosa sorpresa esperándolos" - dijo Tuku, mientras volaba un poco por delante.
Emocionados, Miguel y Juanito siguieron al tucán hasta el río. Una vez que llegaron, se encontraron con un grupo de simpáticos monos juguetones, que saltaban de rama en rama y hacían acrobacias sorprendentes.
"¡Mirá, Juanito! ¡Son como vos!" - dijo Miguel, riendo. "Vamos a jugar con ellos."
Juanito, lleno de energía, saltó al agua, haciendo una gran chapoteada.
"¡Hola, amigos! Soy Juanito, y este es Miguel. ¿Quieren jugar con nosotros?" - preguntó, lleno de entusiasmo.
Los monos miraron a Juanito con curiosidad y, rápidamente, lo recibieron con abrazos y risas.
Mientras se divertían, de repente, una sombra oscura cubrió el sol.
"¿Qué es eso?" - preguntó Miguel, levantando la vista. Era un grupo de aves de rapiña que comenzaban a sobrevolar el río, con mirada curiosa.
Los monos, al ver la amenaza, se asustaron y comenzaron a gritar.
"Debemos hacer algo para asustarlas, Juanito. ¡Ayudemos a nuestros nuevos amigos!" - dijo Miguel, decidido.
"¡Sí! ¡Tengo una idea!" - exclamó Juanito, recordando que podía imitar los sonidos de otras criaturas. "Voy a hacer el sonido de un jaguar. Eso las asustará."
Juanito, con todas sus fuerzas, comenzó a hacer un profundo y aterrador rugido. Miguel lo acompañó gritando y saltando al ritmo, mientras los monos hacían ruido también, creando una gran orquesta de sonidos que llenó la selva.
Las aves, confundidas y asustadas por el estruendo, decidieron marcharse volando hacia otro lugar.
"¡Lo logramos!" - gritaron Miguel y Juanito al mismo tiempo, saltando de alegría.
Los monos, ahora mucho más tranquilos, agradecieron a Miguel y Juanito por ayudarles.
"¡Ustedes son grandes amigos!" - dijo uno de los monos, al que Miguel llamó Chiqui. "Ninguno de nosotros se había atrevido a hacer tanto ruido antes. Gracias a ustedes, estamos a salvo."
"Siempre es bueno ayudarse entre amigos y compartir lo que sabemos" - dijo Miguel, sonriendo. "¿Quieren que juguemos un rato más antes de que nos vayamos?"
La tarde pasó entre risas y juegos. Miguel y Juanito aprendieron que cuando un grupo trabaja junto y se ayuda entre sí, las cosas pueden cambiar. Finalmente, después de un día lleno de aventuras, decidieron emprender el camino de regreso a casa.
"Miguel, ¡esta fue la mejor aventura de todas!" - dijo Juanito mientras caminaban de regreso. "Nunca olvidaré a nuestros nuevos amigos en la selva."
"Yo tampoco, Juanito. Aprendí que siempre debemos proteger a quienes nos rodean y que, juntos, somos más fuertes" - respondió Miguel, sonriendo de oreja a oreja.
Y así, Miguel y su amigo mono volvieron a casa con un corazón lleno de alegría y una nueva lección aprendida: la amistad y el trabajo en equipo son essences fundamentales en cualquier aventura. ¡Y quién sabe cuántas más les aguardaban en el futuro!
FIN.