Un viaje a las cataratas con Iesmin
Era un día soleado cuando Iesmin, un niño curioso y aventurero, decidió emprender un viaje a las Cataratas del Iguazú con su familia. Se sentía muy emocionado, porque había escuchado tantas historias sobre esas enormes cascadas, llenas de agua y rodeadas de selva.
"¿Mami, ya llegamos?", preguntó Iesmin, mirando por la ventana del auto.
"Todavía falta un poquito, pero ya casi estamos", respondió su mamá con una sonrisa.
Por fin, llegaron al Parque Nacional Iguazú. Iesmin no podía esperar para ver las famosas cataratas.
"¡Mirá!", exclamó, señalando con su dedo. "¡Ya se ve la niebla!"
Tras un corto recorrido a pie, Iesmin y su familia llegaron a un mirador. A sus pies, las cataratas desplegaban su majestuosidad.
"¡WOW! ¡Es enorme!", gritó emocionado.
"¡Es impresionante!", dijo su papá.
De repente, un pequeño pajarito de color azul se acercó a ellos. Iesmin lo miró fijamente. El pájaro parecía querer hablar.
"Hola, soy Iesmin", dijo el niño, sorprendido. "¿Y tú?"
"Hola, pequeño aventurero. Me llamo Tico. Estoy aquí para enseñarte sobre estas maravillosas cataratas", respondió el pajarito con una voz melodiosa.
Iesmin estaba asombrado.
"¡No puedo creer que un pájaro hable!"
"Es un lugar mágico, Iesmin. Las cataratas son el hogar de muchos seres. ¿Sabías que son una de las siete maravillas naturales del mundo?"
"¡No, pero eso es increíble!"
Tico guió a Iesmin, su familia y a los otros visitantes por el sendero.
"Aquí, el agua del río Iguazú cae desde más de 70 metros en ciertas partes. Es un espectáculo que no te puedes perder", decía Tico mientras volaba de un lado a otro.
Iesmin observó los chorreos de agua y la niebla que se formaba al caer.
"Pero, ¿cómo se forman las cataratas?"
"Es gracias a la erosión, Iesmin. El agua ha ido desgastando las piedras durante millones de años. ¡Y son como un espejo que refleja la luz del sol!"
Iesmin se preguntó si eso significaba que el agua era un reflejo de la vida misma y que cada gota contaba una historia.
Mientras seguían su camino, se encontraron con un grupo de turistas que estaban muy distraídos tomando fotos.
"¡Miren lo que se están perdiendo! Hay un mundo lleno de animales y plantas aquí!", dijo Tico.
Iesmin se acercó a un grupo de mariposas que danzaban entre las flores.
"¿Puedo tocar una?"
"¡No!", exclamó Tico. "Es mejor observarlas sin tocarlas. Ellas son frágiles y necesitan su espacio".
Iesmin sonrió y observó cómo se movían.
Más adelante, llegaron a un mirador donde el ruido del agua era ensordecedor.
"¡Es la Garganta del Diablo!", dijo su papá.
"¡Mirá cómo el agua cae y se convierte en espuma!", comentó su mamá emocionada.
"¡Es como un concierto de la naturaleza!", gritó Iesmin cubierta de spray de agua.
Al volar cerca de la caída, Tico se dio cuenta de que un grupo de turistas estaba arrojando basura al suelo.
"¡Oigan! ¡No se debe tirar basura aquí!", gritó Tico.
Iesmin se preocupó y recordó lo que su profesora le había enseñado sobre cuidar el medioambiente.
"¿Por qué hacen eso?", preguntó preocupado.
"¡No sé! Quizás no piensan en lo que hacen", respondió su papá.
"¡Puedo ayudarles!", propuso Iesmin. Se acercó al grupo de turistas y dijo con valentía: "¡Hola! Podrían ayudar a mantener este lugar limpio. Es muy importante cuidar la naturaleza”.
Al verlo, muchos comenzaron a recoger la basura mientras otros se unieron a la idea.
"¡Qué buena iniciativa!", exclamó un turista.
Tico aplaudió desde el aire.
"¡Bravo, Iesmin! Hoy has aprendido un gran valor: el cuidado del medioambiente".
Finalmente, tras un día lleno de aprendizaje y nuevas experiencias, Iesmin regresó a casa con su familia, lleno de historias que contar y con un profundo respeto por la naturaleza.
"Nunca olvidaré este viaje", dijo mientras acariciaba a Tico, quien había decidido acompañarlo un poco más.
"Recuerda, cada pequeña acción cuenta. ¡Cuidemos siempre nuestro planeta!"
Desde ese día, cada vez que Iesmin veía una mariposa o escuchaba el ruido del agua, recordaba su visita a las cataratas y cómo un pequeño gesto podía hacer una gran diferencia en el mundo.
FIN.