Un Viaje a las Emociones
Era una noche estrellada y dos niños, Livi y Claudio, estaban en el jardín de su casa, mirando al cielo con curiosidad.
"¿Te imaginas cómo sería viajar a las estrellas?" -preguntó Livi con emoción.
"¡Sí! Podríamos conocer a los planetas y aprender de ellos" -respondió Claudio, mirando cómo una estrella fugaz cruzaba el cielo.
De repente, una luz brillante iluminó el jardín. Era una nave espacial en forma de estrella que descendía lentamente. La nave se detuvo y la puerta se abrió, revelando una alienígena amistosa llamada Luzia.
"¡Hola, pequeños viajeros! Soy Luzia, y he venido a llevarlos a una aventura muy especial por el espacio. ¿Están listos?" -dijo con una sonrisa cargada de chispa.
"¡Sí!" -gritaron Livi y Claudio al unísono.
Así, se subieron a la nave, y en un instante, se encontraron viajando de un planeta a otro.
Primero llegaron a Marte, donde conocieron a un pequeño robot llamado Rojo.
"¡Hola! Estoy un poco triste hoy" -dijo Rojo mientras veía cómo los otros robots jugaban.
"¿Por qué estás triste?" -preguntó Livi.
"Porque no tengo con quién jugar" -respondió Rojo.
Claudio se acercó y le dijo:
"¿Te gustaría jugar con nosotros?"
Rojo iluminó su rostro, y juntos se divirtieron haciendo carreras por el planeta redondo y rojo, enseñando a Rojo que no estaba solo.
Luego, viajaron a Júpiter, donde conocieron un gigantesco planeta lleno de nubes. Allí, el viento reía y lloraba entre sus capas de gas.
"Hola, pequeños, soy Júpiter, y a veces me siento muy enojado porque la tormenta nunca se detiene" -gruñó el planeta con un eco.
"¿Y cómo puedes sentirte mejor?" -preguntó Claudio.
"Cuando las nubes se disipan, me siento ligero y feliz, pero no sé cómo controlar la tormenta" -dijo Júpiter.
"Podrías intentar respirar hondo y dejar que el viento flote libremente, como aprendimos en el jardín" -sugirió Livi.
Júpiter intentó y, poco a poco, sus tormentas comenzaron a calmarse.
"¡Gracias! Ahora entiendo que a veces es necesario dejar salir lo que siento" -dijo Júpiter aliviado.
Luego, viajaron al brillante planeta Venus, donde todo era luz y alegría, pero también un poco de celos.
"¡Hola! Soy Venus y a veces me pongo celoso de la belleza de otros planetas" -dijo mientras brillaba.
"No te sientas mal por eso, los planetas tienen sus propias maravillas" -dijo Claudio.
"¡Sí! Y juntos podemos celebrar nuestras diferencias" -agregó Livi, y así Venus comenzó a brillar aún más al aceptar su unicidad.
Finalmente, después de aprender y jugar con muchos planetas, Livi y Claudio se sintieron felices y llenos de nuevos amigos.
"¿Cómo se sienten ahora?" -les preguntó Luzia mientras volvían a casa.
"¡Aprendimos que todas las emociones son importantes!" -gritó Claudio.
"Y que podemos ayudar a nuestros amigos a sentirse mejor" -agregó Livi emocionada.
Luzia sonrió.
"Así es, pequeños. Las emociones son parte de la vida, y es hermoso aprender sobre ellas".
De repente, la nave aterrizó suavemente en su jardín. Los niños se despidieron de Luzia, prometiendo guardar siempre las lecciones aprendidas.
"¿Listo para contarle a todos lo que aprendimos?" -dijo Claudio mientras bajaban de la nave.
"Sí, y recordaremos siempre a nuestros amigos planetas" -respondió Livi sonriendo.
Y así, Livi y Claudio volvieron a su casa, no solo como amigos, sino como aventureros del espacio emocional, listos para enfrentar cualquier cosa que la vida les trajera con una sonrisa y un corazón abierto.
FIN.