Un Viaje a las Emociones
En un hermoso lago rodeado de juncos y flores, vivían tres patitos: Patín, Pati y Patuca. Cada mañana, nadaban felices por el lago y picoteaban los insectos que saltaban de la superficie del agua. Pero un día, mientras exploraban una nueva parte del lago, se encontraron con una rana sentada en una roca.
- ¡Hola! – saludó Patín curioso.
- ¡Hola! Soy Rita, la rana. ¿Vosotros son paticos? – respondió la rana con una sonrisa.
- Sí, somos Patín, Pati y Patuca – dijeron al unísono, moviendo sus patitas emocionados.
Desde ese día, los patitos y la rana se volvieron grandes amigos. Le encantaba escuchar las historias de Rita sobre el fondo del lago y las aventuras que había tenido saltando de hoja en hoja. Pero un día, mientras jugaban a las orillas, Rita saltó un poco más lejos y se perdió en un grupo de hojas.
- ¡Rita! – gritaron juntos los patitos.
Al ver que no respondía, Patuca comenzó a entrar en pánico.
- ¡No la encuentro! ¿Y si no vuelve? – dijo, con una voz temblorosa.
- No te preocupes, Patuca – la tranquilizó Pati. – Seguro que solo se está divirtiendo escondiéndose un poco más. ¡Vamos a buscarla!
Los tres comenzaron a buscar por todas partes. Patín subió una roca alta y pudo ver un claro desde allí.
- ¡Rita! – llamó desde lo alto. – ¿Estás bien?
Pero no hubo respuesta.
- ¡Ay, no! – dijo Patuca, sintiéndose muy triste. – ¿Qué le habrá pasado?
Rita, al oír a sus amigos, decidió salir de su escondite. Saltó con gracia hacia el grupo y exclamó:
- ¡Estoy aquí! ¡No estaba en peligro, solo jugaba!
Los patitos se sintieron aliviados, pero Patuca no podía ocultar su tristeza.
- Te buscamos porque estábamos preocupados. Nos asustamos mucho cuando te perdimos.
- Perdón, Patuca – dijo Rita suavemente. – No pensé en cómo se sentirían ustedes. Pero me alegra que te importé porque eso significa que somos amigos.
Patuca se quedó callado, pensando que tener amigos era maravilloso. Entonces, con su voz temblorosa dijo:
- Me sentí muy asustada. No quiero perderte, Rita.
- Está bien sentir miedo, Patuca – intervino Pati. – Es una emoción normal. A todos nos pasa a veces. Y también a veces sentís alegría cuando estamos juntos.
Rita sonrió y saltó cerca de ellos.
- Exacto, Patuca. La amistad está hecha de muchas emociones. A veces estamos felices, a veces asustados, y eso está bien. ¡Lo importante es hablarlo!
Con el pasar de los días, los paticos aprendieron que cada emoción tenía su lugar. Les mostraron a Rita lo que era sentirse enojados cuando alguien les quitaba su comida, o felices al ver un arcoíris después de la lluvia. Siempre se apoyaban y conversaban sobre cómo se sentían.
Un día, contaron a Rita que un gran viento había soplado, haciendo que se asustaran al ver cómo se movían las hojas. Sin embargo, al verlo juntos pudieron reír de la situación.
- ¡Mirá! – dijo Patuca señalando la orilla del lago. – ¡Vienen otras ranas!
Los cuatro nuevos amigos, ahora en un gran grupo, comenzaron a jugar. Aquí hizo eco de lo que habían aprendido sobre cada emoción. A veces se sentían emocionados y felices, y otras asustados pero siempre contaban con los demás para apoyarse.
Al final del día, se sentaron en la orilla bajo el sol poniente.
- La amistad es un regalo – dijo Patín mirando a sus amigos.
- Y entender nuestras emociones también es un regalo – concluyó Rita, sintiéndose feliz de tener amigos con los que compartir cada día.
Así, los paticos y la rana aprendieron que las emociones son una parte importante de la vida, y con cada conversación se hicieron más sabios y unidos.
Desde entonces, cada amanecer en el lago se llenaba de ruiditos alegres, risas y charlas, recordando siempre que ser amigos era comprender lo que sentían unos a otros, sin importar las emociones que trajeran consigo.
FIN.