Un viaje de aceptación
Había una vez en un campo verde y soleado, una vaca llamada Milagros y un caballo llamado Rayito. Ambos eran muy buenos amigos y siempre compartían momentos juntos pastando en la pradera.
Un día, mientras caminaban por el campo, Milagros le dijo a Rayito: "-¿Sabes amigo caballo, me gustaría poder correr tan rápido como tú? Siempre he admirado tu velocidad y gracia.
" Rayito sonrió y le respondió: "-Pero querida amiga vaca, tú tienes la fuerza y resistencia que yo admiro. Cada uno de nosotros es especial a nuestra manera. "A pesar de las palabras de aliento de Rayito, Milagros seguía sintiéndose un poco triste por no poder correr como su amigo.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano al campo, se encontró con un búho sabio que notó su semblante preocupado. El búho le preguntó a Milagros cuál era el motivo de su tristeza, y ella le confesó su deseo de ser más rápida como Rayito.
El búho reflexionó unos instantes y luego le dijo: "-Querida Milagros, cada ser en este mundo tiene sus propias habilidades únicas. Enfoca tu energía en cultivar tus fortalezas en lugar de compararte con otros.
"Milagros asintió con gratitud y decidió seguir el consejo del búho sabio. Comenzó a dedicarse a mejorar su resistencia física pastando en diferentes zonas del campo y subiendo colinas empinadas. Con el tiempo, notó cómo su fuerza aumentaba día a día.
Un día, mientras jugaba con Rayito cerca del río que cruzaba el campo, vieron a un ternero perdido tratando de regresar con su madre.
Sin dudarlo ni un segundo, Milagros corrió hacia él con toda su fuerza y lo llevó sano y salvo hasta su madre. Rayito quedó impresionado por la rapidez con la que Milagros llegó al rescate del ternero. "-¡Milagros! ¡Eres increíble! Nunca imaginé que tenías tanta velocidad en ti", exclamó emocionado.
Milagros sonrió orgullosa pero humilde al mismo tiempo. "-Gracias amigo Rayito. Aprendí que lo importante no es ser igual a los demás o compararnos constantemente; lo valioso está en descubrir nuestras propias fortalezas y usarlas para hacer el bien.
"Desde ese día en adelante, Milagros siguió siendo una vaca fuerte y valiente; mientras que Rayito continuaba siendo un caballo veloz e ingenioso. Ambos amigos aprendieron a valorarse mutuamente por quienes eran realmente sin importar sus diferencias.
Y así fue como la fábula de la vaca Milagros y el caballo Rayito enseñó una importante lección sobre aceptación personal e amistad verdadera para todos los animales del campo.
FIN.