Un viaje de aceptación y diversidad
Había una vez un conejo llamado Ramiro que vivía en un hermoso bosque junto a su mamá.
Ramiro era muy juguetón y siempre estaba lleno de energía, pero un día tuvo un accidente que lo dejó sin poder mover sus patas traseras. Ramiro se sentía triste y frustrado porque ya no podía correr y saltar como antes.
Su mamá, preocupada por él, decidió llevarlo a la escuela de animales para que pudiera aprender a adaptarse a su nueva realidad. En la escuela, Ramiro conoció a otros animales con discapacidades diferentes. Había una tortuga lenta, un pájaro con una sola ala y hasta un pez que nadaba en una pecera especial.
Todos ellos eran felices y se apoyaban mutuamente. Un día, mientras Ramiro estaba en el patio de la escuela intentando moverse con su silla de ruedas, unos compañeros malos se acercaron burlándose de él.
-¡Mira al conejo lento! ¡Ya no puedes ser parte de nuestras carreras! - se reían. Ramiro sintió cómo las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, pero justo en ese momento apareció Olivia, una oveja amiga que había conocido días antes.
Olivia era valiente y decidida, siempre dispuesta a ayudar a los demás. Olivia se acercó a los compañeros malos y les dijo: -No tienen derecho a burlarse del conejo solo porque es diferente. La diversidad nos hace únicos y especiales.
- Los compañeros malos quedaron sorprendidos por las palabras de Olivia y se alejaron avergonzados. Desde ese día, Ramiro y Olivia se volvieron inseparables. Juntos exploraban el bosque, jugaban y se apoyaban mutuamente.
Olivia le enseñó a Ramiro que aunque no pudiera mover sus patas traseras, aún era capaz de hacer muchas cosas maravillosas. Un día, mientras exploraban una colina cercana, Ramiro y Olivia encontraron un campo lleno de flores hermosas.
Aunque Ramiro no podía correr por el campo como antes, pudo disfrutar de la belleza de las flores desde su silla de ruedas. Ramiro sintió una gran alegría en su corazón y decidió compartir esa felicidad con los demás animales del bosque.
Organizó un picnic en el campo de flores y todos los animales vinieron a disfrutar juntos. Los compañeros malos también asistieron al picnic y se disculparon con Ramiro por haberse burlado de él. El conejo les perdonó y les explicó que todos somos diferentes pero igualmente valiosos.
A partir de ese día, el bosque se convirtió en un lugar donde la diversidad era celebrada y respetada. Todos los animales aprendieron a valorar las habilidades únicas de cada uno y a ayudarse mutuamente sin importar las diferencias.
Y así fue como Ramiro, junto a su amiga Olivia, enseñaron una valiosa lección: la importancia del respeto hacia los demás sin importar cómo sean o lo que puedan hacer. Desde entonces, el bosque se llenó de amor y comprensión para siempre.
FIN.