Un Viaje de Amistad



Había una vez, en un cielo brillante y azul, un Sol radiante que iluminaba el mundo con su luz dorada. El Sol era muy feliz, pero a veces se sentía solo. Durante el día, todos lo miraban admirados, y disfrutaban de su calidez. Sin embargo, cada noche, cuando caía la tarde, el Sol tenía que ceder su lugar a la Luna.

La Luna, por su parte, era elegante y misteriosa. Sus destellos plateados atraían a todos los que miraban al cielo nocturno. La Luna disfrutaba de su tiempo en las noches, pero anhelaba el brillo del día, cuando el Sol iluminaba todo y todos apreciaban su hermosura.

Un día, mientras el Sol comenzaba a ocultarse y la Luna se preparaba para asomarse, la Luna vio que el Sol no se sentía del todo feliz. Entonces decidió hacerle una visita.

"Hola, querido Sol. Te veo un poco apagado. ¿Qué te pasa?" -dijo la Luna.

"Hola, Luna. Es que me siento un poco solo. Aunque todos me admiran durante el día, cuando llega la noche, yo debo irme y ustedes están solos. Me gustaría tener más tiempo para jugar y reír con todos. Pero, al final, siempre tengo que ceder mi lugar" -respondió el Sol con un suspiro.

La Luna lo miró pensativa. "Yo también me siento un poco sola a veces. La gente disfruta mirándome en la noche, pero también desearía compartir más tiempo con ellos. Me encantaría poder jugar y reír con todos " -dijo.

Fue en ese momento que una idea brillante iluminó la mente de ambos. "¿Y si buscamos una forma para que podamos pasar tiempo juntos, al mismo tiempo?" -sugirió la Luna, animada.

"Sí, ¡eso sería genial! Pero, ¿cómo podríamos hacerlo?" -preguntó el Sol.

Ambos se pusieron a pensar y pensar. Así fue como decidieron invitar a todos los niños del mundo a participar en un gran juego de luces en el cielo. "Podemos organizar una ‘Fiesta del Cielo’, donde todos puedan disfrutar de nuestra luz al mismo tiempo!" -exclamó el Sol entusiasmado.

La Luna asintió con alegría. "¡Eso sería asombroso! Vamos a prepararlo todo. Los niños pueden llevar sus antorchas y linternas, y nosotros les daremos nuestra luz para iluminar la noche.”

Se acercó la fecha, y los niños de todos los rincones comenzaron a prepararse. Algunos fabricaron coloridos faroles, mientras que otros pintaron sus caras con dibujos brillantes. La emoción era contagiosa.

Al caer la noche, el Sol se despidió de su esplendor día y la Luna se alistó para brillar. En el momento justo, cuando la Luna alcanzó la altura adecuada, el Sol comenzó a proyectar rayos dorados hacia el cielo nocturno.

"¡Miren!" -gritó un niño alzando su linterna.

Todos miraron hacia arriba y vieron cómo la Luna brillaba intensamente, mientras los rayos dorados del Sol parecían bailar a su alrededor. Era un espectáculo que nunca habían visto antes.

Las risas y el bullicio llenaron el aire, los niños ondeaban sus linternas como si fueran estrellas, e iluminaban el oscuro cielo para llenarlo de vida.

"¡Esto es maravilloso!" -exclamó un niño disfrutando de la fiesta.

El Sol y la Luna se sintieron llenos de alegría al ver cómo todos disfrutaban de su espectáculo. "Esto es lo que tanto anhelábamos, Luna. A través de nuestra luz, unimos a todos en esta maravillosa celebración.

A medida que avanzaba la noche, la Luna y el Sol comenzaron a mezclar sus colores, creando tonos mágicos en el cielo.

De repente, una estrella fugaz pasó volando, dejando un rastro brillante detrás de ella. Todos los niños cerraron los ojos y pidieron un deseo en ese momento especial.

La fiesta del cielo se convirtió en una tradición, donde cada año los niños se reunían para celebrar la amistad, la creatividad y la felicidad. Con el tiempo, el Sol y la Luna se dieron cuenta de que, aunque sus caminos eran diferentes, juntos podían iluminar el mundo de maneras maravillosas.

Desde entonces, nunca más se sintieron solos. Cada uno brillaba a su manera, sabiendo que siempre tendrían al otro en sus corazones.

"Gracias, Luna, por hacerme sentir tan especial." -dijo el Sol una vez.

"Y gracias a vos, querido Sol, porque juntos creamos algo único: luz, amor y amistad" -respondió la Luna.

Y así fue cómo el Sol y la Luna aprendieron sobre la amistad y la importancia de compartir, no solo luz, sino momentos hermosos con todos los que los rodeaban.

FIN.

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