Un viaje de amistad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, dos niños muy diferentes entre sí. Pedro era un niño extrovertido y aventurero, siempre dispuesto a jugar y correr por todos lados.

Por otro lado, Damaris era más tímida y reservada, le gustaba observar el mundo desde la seguridad de su jardín. Un día soleado, Pedro decidió acercarse a la casa de Damaris para invitarla a jugar.

Al principio, Damaris dudó un poco, pero finalmente aceptó la propuesta de Pedro. Juntos se adentraron en el bosque que rodeaba el pueblo en busca de aventuras. "¡Mira ese árbol gigante! ¿Quieres treparlo conmigo?" - dijo Pedro emocionado.

Damaris asintió tímidamente y comenzaron a escalar el árbol con cuidado. Para sorpresa de Pedro, Damaris resultó ser una excelente escaladora y juntos llegaron hasta la copa del árbol desde donde tenían una vista increíble del pueblo.

"¡Esto es genial! Nunca imaginé que podríamos llegar tan alto" - exclamó Pedro admirando el paisaje. Damaris sonrió tímidamente pero feliz por haberse animado a vivir esa experiencia junto a su nuevo amigo.

Después de bajar del árbol, continuaron explorando el bosque y descubrieron un arroyo cristalino donde se detuvieron a descansar. "¿Sabes qué? Me encanta haber venido contigo a jugar hoy" - dijo Damaris mirando a Pedro con gratitud en sus ojos. Pedro sonrió ampliamente y le respondió: "Yo también me divertí mucho contigo, Damaris.

A veces las mejores aventuras están justo al alcance de nuestras manos".

Desde ese día, Pedro y Damaris se convirtieron en grandes amigos y juntos aprendieron que las diferencias no importan cuando hay voluntad de compartir momentos especiales con quienes nos rodean. Y así, Villa Feliz se llenó de risas y juegos gracias a la amistad inesperada entre dos niños tan distintos pero complementarios como Pedro y Damaris.

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