Un viaje de amistad en bicicleta
Era una hermosa mañana de primavera y Martina estaba lista para salir en su bicicleta a recorrer los senderos del parque junto a su perro, Max.
"-¡Vamos Max, hoy vamos a disfrutar juntos de un día al aire libre!", exclamó Martina emocionada mientras preparaba las cosas para la aventura. Max saltaba de alegría y movía su cola con tanta fuerza que parecía que se iba a desprender.
Él sabía muy bien lo que significaba esa palabra mágica: ¡paseo! Martina subió en su bicicleta y ajustó el asiento y el manubrio, mientras Max se sentaba pacientemente junto a ella esperando su turno para subir también.
"-Bueno Max, ahora es tu momento", dijo Martina sonriendo mientras le hacía una señal con la mano indicándole que podía subir. Max asintió con la cabeza como si dijera "sí" y dio un salto ágil para colocarse detrás del asiento de Martina.
Ella le aseguró el arnés protector y ambos estaban listos para partir. La velocidad del viento al correr por sus caras era refrescante. El sol brillaba tan fuerte que parecía querer abrazarlos con sus rayos cálidos.
Los pájaros cantaban melodías dulces y los árboles verdes brindaban sombra fresca en el camino. Martina pedaleaba con fuerza pero sin prisa, disfrutando cada momento junto a Max. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente del camino adelante. "-¿Qué será eso?", preguntó Martina preocupada.
Max olfateó el aire y gruñó, como si supiera que algo no estaba bien. Pero Martina no se dejó intimidar por el ruido extraño y decidió seguir adelante.
Cuando llegaron al lugar del ruido, encontraron un árbol caído en medio del camino que impedía su paso. Martina se sintió frustrada e impotente ante ese obstáculo inesperado. "-No podemos dejar que esto nos detenga", dijo Max con una mirada decidida. Martina lo miró sorprendida, sin entender cómo podía hablar su perro.
Pero luego recordó que ella había leído muchos libros de aventuras donde los animales hablaban y ayudaban a sus amigos humanos en momentos difíciles. "-Tienes razón Max, tenemos que encontrar una solución", dijo Martina sonriendo mientras acariciaba la cabeza de su fiel compañero.
Juntos buscaron un camino alternativo para continuar su recorrido. Descubrieron nuevos lugares hermosos y paisajes increíbles que nunca habían visto antes.
Al final del día, cuando regresaban a casa agotados pero felices, Martina comprendió algo muy importante: la importancia de tener un amigo fiel como Max a su lado en los momentos más difíciles.
Desde ese día, cada vez que salían juntos en bicicleta o hacían alguna otra actividad al aire libre, se sentían más fuertes y capaces de enfrentar cualquier reto juntos. La amistad verdadera era mucho más poderosa de lo que pensaban.
FIN.