Un viaje de aprendizaje
Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, una niña llamada Jaky. Jaky era una niña muy curiosa y enérgica, pero también era terca y, a menudo, se negaba a obedecer a sus papás.
Siempre quería hacer las cosas a su manera, sin importar cuántas veces le dijeran sus papás que hiciera lo contrario. Un día, Jaky decidió que ya no iba a levantarse temprano para ir a la escuela.
-¡Mamá, papá, no quiero ir a la escuela hoy! -exclamó Jaky con un puchero en los labios. -Jaky, sabes que la escuela es importante. Tienes que levantarte y prepararte -respondió su mamá con paciencia. Pero Jaky se cruzó de brazos y se fue a su habitación.
Allí, Jaky pensó en lo aburrido que le parecía ir a la escuela todos los días y decidió que no iba a obedecer a sus papás. Se durmió nuevamente, pero esa noche tuvo un sueño extraño.
En su sueño, Jaky se encontró en un mundo mágico donde todo era caótico y desordenado. Los colores se desvanecían y no había risas ni juegos. Jaky se sentía triste y sola.
Entonces, apareció una hada madrina que le dijo: -Jaky, este es el mundo cuando las personas no obedecen a sus padres y no siguen las reglas. Es un lugar triste y desolado. Jaky se despertó sobresaltada y se dio cuenta de que no quería un mundo así.
Decidió levantarse temprano, prepararse para la escuela y escuchar a sus papás. Desde esa noche, Jaky comenzó a obedecer a sus papás y a entender la importancia de seguir las reglas. Descubrió que, al hacerlo, se sentía más feliz y segura.
Jaky también comprendió que, aunque a veces las reglas pueden parecer molestas, en realidad están diseñadas para protegernos y hacernos crecer. Así que, Jaky aprendió que la obediencia no era solo cuestión de hacer lo que le decían sus papás, sino de cuidar su propio bienestar.
Y cada día, Jaky se convirtió en una niña más sabia y amorosa. Y colorín colorado, este cuento ha terminado.
FIN.