Un viaje de deseos y magia



Laura se asomó al arroyo y descubrió un lindo pececito de asombrosos colores que la miraba muy fijamente. Ella nunca había visto algo así antes, era como si el pez estuviera lleno de magia.

Intrigada por este encuentro inesperado, Laura decidió acercarse al agua y preguntarle al pececito su nombre. El pez, con una voz dulce y suave, respondió: "Mi nombre es Arcoíris".

- ¡Wow! ¡Eres el pez más hermoso que he visto en mi vida! - exclamó Laura emocionada. Arcoíris sonrió y le dijo: "Gracias, Laura. Pero no siempre fui así. Antes era solo un pez común y corriente hasta que un día encontré una piedra mágica en el fondo del arroyo".

Laura estaba fascinada por la historia del pececito e interesada en saber más sobre esa piedra mágica. - ¿Qué hace esa piedra? - preguntó curiosa. Arcoíris explicó: "La piedra tiene el poder de transformar a los seres vivos en criaturas mágicas como yo.

Pero también tiene un gran poder para hacer realidad los deseos". Laura quedó maravillada con las palabras del pequeño pez y pensó en todos los deseos que podría pedir si tuviera esa piedra mágica.

- Arcoíris, ¿puedes mostrarme dónde está esa piedra? - preguntó Laura emocionada. El pececito nadador brillantemente entre las aguas cristalinas del arroyo mientras guiaba a Laura hacia la cueva donde se encontraba la piedra mágica.

Cuando llegaron a la cueva, Laura vio la piedra brillante y resplandeciente. Estaba tan emocionada que no podía esperar para tocarla. - ¡Laura, ten cuidado! - advirtió Arcoíris - La piedra solo concede deseos a aquellos que tienen un corazón puro y buenos deseos.

Laura reflexionó sobre las palabras de Arcoíris y se dio cuenta de que tenía muchas cosas buenas en su vida. Decidió hacer un deseo que beneficiara a todos, no solo a ella misma. Cerró los ojos y pensó detenidamente en su deseo.

Finalmente, susurró: "Deseo que todas las personas del mundo sean amables y respetuosas entre sí". En ese momento, una luz brillante envolvió a Laura y al pececito mágico.

Cuando volvieron a abrir los ojos, el arroyo estaba lleno de peces multicolores como Arcoíris. Además, Laura notó algo maravilloso: todas las personas que pasaban por allí parecían más amables y sonreían más.

Laura comprendió entonces el verdadero poder de la magia: hacer realidad nuestros sueños pero también mejorar el mundo en el proceso. A partir de ese día, Laura visitaba regularmente al arroyo para hablar con su amigo Arcoíris y ver cómo su deseo había hecho del mundo un lugar mejor.

Aprendió que cada pequeño acto de bondad puede crear grandes cambios y decidió ser una niña amable con todos los demás.

Y así, gracias al encuentro con el pececito mágico llamado Arcoíris, Laura descubrió que la verdadera magia se encuentra en el amor, la amabilidad y los deseos que benefician a todos. Desde entonces, vivió una vida llena de alegría y felicidad compartiendo su magia con el mundo.

FIN.

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