Un Viaje de Supervivencia



En un corazón del bosque, donde los árboles eran tan altos que casi tocaban el cielo, un lobo astuto llamado Luno vivía solo, tratando de sobrevivir a cada día. Aunque era fuerte y ágil, la vida en el bosque no se lo ponía fácil. La falta de alimento lo hacía sentir cansado y frustrado. Un día, mientras buscaba comida, escuchó un grazioso croar. Al seguir el sonido, se topó con un cuervo llamado Corvo, que estaba picoteando unos frutos caídos de un árbol.

"¿Qué haces aquí, cuervo?" - preguntó Luno, observando con curiosidad.

"Buscando algo para comer, como vos", respondió Corvo. "Pero tengo una idea. Te puedo ayudar a encontrar alimento si compartimos lo que consigamos."

Luno, aunque desconfiado, se dio cuenta de que un compañero podría ser de ayuda. Así que aceptó la oferta.

"De acuerdo, Corvo. Juntos seremos más fuertes."

Durante varios días, los dos se volvieron amigos. Donde Luno podía correr, Corvo podía volar, lo que les permitía explorar el bosque y buscar comida eficientemente. Luno cazaba pequeños roedores, mientras que Corvo picoteaba frutas y semillas. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, la comida empezaba a escasear. Luno se preocupaba por su amigo.

"Corvo, el bosque se está volviendo peligroso. No veo tanta comida como antes."

"No te preocupes, Luno. Siempre podemos intentar un nuevo lugar. Los ríos son frías pero pueden tener peces. Vamos a ver si hay algo allí."

Los dos se dirigieron hacia el río, donde se encontraron con un grupo de animales. Cada uno estaba luchando como ellos en la búsqueda de alimento. Sin embargo, mientras estaban a la orilla, se acercó un grupo de cazadores humanos. Los animales se asustaron y comenzaron a correr en diferentes direcciones. Luno recordó lo que su madre le había enseñado sobre la importancia de trabajar en equipo.

"¡Corvo, hay que escondernos! Si nos atrapan, no solo nos quedaremos sin comida, también nos perderemos!"

"¡Aquí, Luno! ¡Al detrás de esos arbustos!" - gritó Corvo mientras volaba hacia un matorral. Luno se sumó rápidamente, pero notó que Corvo estaba viéndolo con preocupación.

"¿Por qué no te escondés también?" - preguntó Luno.

"No puedo dejarte solo. Estoy aquí contigo." - dijo Corvo.

Con el tiempo, el peligro se alejó, pero Luno y Corvo sabían que necesitarían encontrar comida pronto. Un día, Luno tuvo una idea.

"Voy a ir a cazar un ciervo. Es arriesgado, pero si tengo éxito, tendremos comida para varios días."

"Es demasiado peligroso, Luno. No quiero que te Lastimen!" - dijo Corvo preocupándose.

"Yo puedo hacerlo, y puedo hacerlo mejor si tenemos un plan. Vos vas a destacar mientras yo me acerco al ciervo, así lo distraemos. ¿Te parece?"

Corvo, a pesar de sus dudas, asintió. Era una buena estrategia. Pero la búsqueda del ciervo no salió como esperaban. Mientras Luno corría hacia el ciervo, se topó con una trampa. Corvo voló muy alto alarmando a los cazadores, sin embargo, cuando todas las distracciones fueron suficientes, el ciervo escapó y quedó atrapado en la trampa.

"¡Volá, Corvo! Hay otros peligros mudos por ahí!" - ordenó Luno.

Corvo intentó escapar volando, pero antes de que pudiera alejarse, un hilo invisible lo atrapó. Luno lo vio desplomarse y sintió un dolor en su corazón.

"¡Corvo! No, no, no. No te vayas, amigo. ¡Ayúdame!" - gritó desesperado.

Poco a poco, Luno corrió hacia su amigo. Intentó liberarlo, pero él estaba herido, y sus alas no respondían.

"Luno, has sido un buen amigo. No llores por mí. Siempre estaré con vos, en tus recuerdos."

"No, ¡no puedes irte!" - lloró Luno.

Corvo sonrió, sintiendo la calidez de su amigo por última vez.

"Recuerda que somos más fuertes juntos. Prosigue, busca la comida, vive por los dos, amigo. Eso es lo que querría."

Con un gran esfuerzo, Corvo se despidió. Luno, consternado por la pérdida de su amigo, prometió honrar su sacrificio. A partir de ese día, dejó atrás su soledad y comenzó a ayudar a otros animales del bosque. Aprendió a ser más ingenioso y, aunque su corazón seguía dolido, llenaba su vida con las enseñanzas de Corvo. Juntos habían sido una gran dupla, y aunque Corvo ya no estaba, lo llevaría siempre en su memoria.

Y así, mientras el sol se ponía tras los árboles, Luno se marchó con esperanza, sabiendo que la amistad es más fuerte que cualquier pérdida y que la vida siempre trae nuevas oportunidades de brillar.

Finalmente, el lobo y el cuervo nos enseñan que la verdadera fuerza radica en la unión, la amistad y en el legado que dejamos en los corazones de los demás.

FIN.

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