Un Viaje de Valores
Érase una vez en un pequeño pueblo, una perrita llamada Lila. Lila era conocida por su simpatía y por hacer sonreír a todos con su energía contagiosa. Todos los días, corría por el parque, jugando con los niños y haciéndoles compañía. A pesar de su felicidad, Lila sentía que había algo más en el mundo, algo mágico, algo que deseaba conocer.
Una noche, mientras miraba al cielo, Lila vio una hermosa luna llena que brillaba como nunca antes. Con curiosidad, dijo en voz alta:
"¡Qué hermosa que sos, Luna! ¡Ojalá pudiera ir a visitarte y ver todo desde allá arriba!"
De repente, la luna le respondió:
"¿Y qué creés que encontrarías en mí, pequeña Lila?"
Sorpresa, pero también emocionada, Lila contestó:
"Seguro que la felicidad y muchos valores que podría traer a mi pueblo. Todo el mundo está tan ocupado y a veces olvidan sonreír."
La luna sonrió, aunque no se podía ver, y le dijo:
"Muy bien, Lila. Si estás lista para un viaje, te llevaré hasta mí. Pero tendrás que aprender algo de mí durante el camino."
Esa noche, Lila se encontró en un remolino de estrellas y pronto, ¡estaba en la luna!
La luna le mostró un paisaje deslumbrante y le habló sobre la importancia de la amistad.
"¿Ves esas estrellas? Cada una brilla por sí sola, pero juntas forman constelaciones. La amistad es así, Lila; a veces uno necesita unirse a otros para brillar aún más."
Lila asintió, entendiendo que la felicidad se comparte.
"¡Qué bello es tener amigos!"
Luego, la luna llevó a Lila a un lugar donde vio un árbol gigante lleno de manzanas doradas.
"Estas manzanas representan los valores, Lila. La honestidad, la generosidad, el respeto... cada uno de ellos es un regalo que puedes ofrecer al mundo. ¿Te gustaría cosechar algunas?"
"¡Sí!" exclamó Lila emocionada. Comenzó a recoger algunas manzanas, pero se dio cuenta de que necesitaba ayuda.
"Luna, ¿puedo compartir estas manzanas con los demás?"
La luna soltó una risa suave:
"Claro, compartir es uno de los más grandes valores."
Después de recoger las manzanas doradas, Lila sintió que venía una nueva etapa de su viaje. La luna le dijo:
"Recuerda, cada vez que actúes con amor y deses un poco de lo que recibís, tu felicidad crecerá y también la de los que te rodean. Ahora es tiempo de regresar a tu pueblo."
Lila llegó de nuevo a su hogar, con manzanas doradas y llena de enseñanzas.
Al día siguiente, se reunió con los niños del parque y les mostró las manzanas.
"¡Miren! Estas son manzanas de la luna. Cada una de ellas representa un valor, y quiero que aprendamos juntos sobre la amistad, la generosidad y el respeto. ¡Vamos a compartirlas!"
Los niños miraron asombrados, y rápidamente se unieron a Lila, abrazando sus enseñanzas.
"Podemos crear un club de valores, donde todos podamos aprender y ser mejores amigos," sugirió uno de los niños.
"¡Sí!" gritó otro entusiasmado.
El pueblo se llenó de alegría y risas al ver cómo Lila y sus amigos compartían su felicidad y valores. Todos comenzaron a intercambiar manzanas doradas y contar historias sobre la amistad y la generosidad.
Cada día, Lila seguía recordando la lección de la luna y nunca dejaba de jugar, sonreír y enseñar a todos los que conocía.
La luna, desde su lugar en el cielo, observaba a su amiga con satisfacción, sabiendo que Lila había encontrado su propósito: ser un faro de alegría y valores en su pequeño pueblo.
Así, Lila, la perrita aventurera, aprendió que la verdadera felicidad radica en compartir, en ser amigo y en cultivar los mejores valores. Y cada noche, cuando miraba la luna, sonreía sabiendo que un pedacito de su magia siempre estaría con ella.
FIN.