Un Viaje Emocional
Max y Luna eran dos amigos inseparables que vivían en un pequeño pueblo lleno de colores y risas. Un día, decidieron visitar a su sabia abuela Clara, quien siempre tenía algo interesante que enseñarles.
Cuando llegaron a su casa, Clara estaba dibujando en una gran hoja de papel.
"Hola, abuela, ¿qué estás haciendo?" - preguntó Max curioso.
"Estoy creando una historieta sobre las emociones. Hoy les enseñaré a usar algunas técnicas para entenderse mejor a sí mismos y a los demás" - respondió Clara con una sonrisa.
Primero, Clara les habló sobre la técnica del espejo. Les mostró un espejo grande que tenía en su sala.
"¿Qué sienten cuando se miran en el espejo?" - preguntó Clara.
Max se acercó al espejo y se observó cuidadosamente.
"Veo a un niño valiente, pero a veces también tengo miedo" - dijo Max, un poco confundido.
Luna hizo lo mismo.
"Veo a una niña feliz, pero a veces me siento sola" - comentó ella.
"Eso está bien, Max y Luna. Reconocer lo que sentimos es el primer paso para comprendernos mejor" - explicó la abuela.
A continuación, Clara les enseñó sobre la técnica del globo para la autorregulación. Les trajo globos de diferentes colores.
"Imaginemos que cada emoción es como un globo. Cuando te sientes enojado, imagina que inflas un globo rojo, pero si respiras profundo y lo dejas ir, lo puedes hacer volar lejos" - dijo Clara mientras inflaba un globo.
"¡Es divertido!" - exclamó Max mientras intentaba soltar un globo verde.
Luna lo intentó también, sintiéndose más ligera al dejar ir el globo azul que representaba su tristeza.
"¿Nadie más se siente así?" - preguntó Luna con una mezcla de sorpresa y alegría.
"Claro, todos sentimos cosas similares. Nunca estamos solos en nuestras emociones" - explicó la abuela.
Al final, Clara les reveló la técnica de las historietas para desarrollar empatía. Sacó unos dibujos en blanco y negro y les pidió que crearan una pequeña historieta sobre cómo se sentían.
"Vamos a dibujar una situación en la que alguien se siente triste. Luego, escribimos cómo podríamos ayudarlo" - propuso Clara.
Max y Luna se pusieron a trabajar. Max trazó un dibujo de un niño solo en el parque, mientras que Luna creó un personaje que se acercaba para invitarlo a jugar.
"¡Podemos llevarle un globo, que le hace feliz!" - rió Max, recordando lo que habían aprendido.
"Y al final, también podemos compartir cómo nos sentimos y preguntar cómo se siente él" - añadió Luna con entusiasmo.
"¡Exacto! Eso es tener empatía" - aplaudió Clara.
Sin embargo, cuando estaban por terminar, llegó a la casa su amigo Tomás, que parecía alterado.
"Chicos, no sé qué hacer. Mi mascota se perdió y estoy muy triste" - dijo Tomás con lágrimas en los ojos.
Max y Luna se miraron, acordándose de lo que Clara les había enseñado.
"Tomás, nosotros aprendimos sobre cómo sentirnos y cómo entender a los demás. Vamos a ayudarte a hacer una historieta de cómo te sientes y juntos buscaremos a tu mascota" - propuso Max.
"Sí, podemos hacer un gran cartel con tu dibujo y pedirle ayuda a todos en el barrio" - añadió Luna.
"¡Eso suena genial!" - contestó Tomás, visiblemente animado.
Juntos, los tres amigos hicieron un dibujo fabuloso que capturaba la preocupación de Tomás, y al mismo tiempo, su esperanza de encontrar a su mascota. Cuando fueron a la plaza a colgar el cartel, se dieron cuenta de que al compartir sus emociones, no solo ayudaban a Tomás, sino que también se sentían mejor ellos mismos.
"Estoy tan feliz de tener amigos como ustedes" - dijo Tomás mientras sonreía.
"Nosotros también, Tomás. ¡Podemos enfrentar cualquier emoción juntos!" - exclamaron Max y Luna.
Y así, los tres amigos aprendieron no solo sobre ellos mismos, sino también sobre el poder del apoyo mutuo y de la empatía, creando un lazo aún más fuerte entre ellos. Desde ese día, siempre recordarían que sus emociones son válidas y que cuentan con los demás para comprenderlas. Cada vez que un nuevo desafío emocional se presentaba, sabían que podían usar el espejo, el globo y las historietas para navegarlo juntos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.