Un viaje en el tiempo



Había una vez en un pueblo muy lejano, un niño llamado Juan que estaba emocionado por celebrar el 20 de junio, el día de la bandera. Su abuelo, Don Manuel, le contaba historias sobre esa época: cómo se vestían con sombreros de ala ancha y largas capas, y cómo se movilizaban en hermosos carruajes tirados por caballos. -Abuelo, ¿cómo se comunicaban antes? -preguntó Juan. -Usaban palomas mensajeras para enviar cartas y hablaban por telégrafos -respondió el abuelo.

El día de la celebración, el pueblo se transformó en un escenario del pasado. Los vecinos vestían trajes antiguos, las calles estaban llenas de vendedores que ofrecían sus productos en carretas tiradas por animales, y la música de un organillero alegraba el ambiente. Todos se reunieron en la plaza para la ceremonia de izamiento de la bandera. En ese momento, una máquina del tiempo apareció mágicamente y transportó a Juan y su abuelo al pasado.

De repente, se encontraron en la época de Manuel Belgrano, el creador de la bandera. Las calles estaban llenas de caballos y carruajes, y la gente vestía trajes largos y elegantes. -Abuelo, ¡esto es asombroso! -exclamó Juan.

Después de presenciar la declaración de la independencia, regresaron al presente. Juan se dio cuenta de la diferencia con la actualidad. -Abuelo, ahora usamos teléfonos en lugar de telégrafos y coches en lugar de carruajes. -Sí, Juan, muchas cosas han cambiado, pero el orgullo por nuestra bandera sigue siendo el mismo -respondió Don Manuel con una sonrisa.

Desde ese día, Juan valoró aún más la importancia de la bandera y cómo el pueblo argentino ha progresado. A partir de entonces, cada vez que veía la bandera ondear, recordaba ese increíble viaje en el tiempo y apreciaba la historia de su país.

FIN.

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