Un viaje hacia la felicidad


Había una vez un niño llamado Airam, que no le gustaba para nada ir al colegio. Cada mañana, cuando llegaba la hora de ir a clase, Airam se ponía triste y lloraba mucho.

Un día, sus padres notaron lo infeliz que se sentía Airam en el colegio y decidieron hacer algo especial para animarlo.

Sabían que a su hijo le encantaban los trenes, así que pensaron en llevarlo de paseo a la estación de tren después de salir del colegio. Cuando llegó el momento de irse del colegio, Airam estaba emocionado por la sorpresa que sus papás le tenían preparada. Se encontraron todos en la puerta del colegio y comenzaron a caminar hacia la estación más cercana.

Al llegar allí, los ojos de Airam se iluminaron al ver todos esos trenes grandes y coloridos. Sus papás lo tomaron de las manos y empezaron a dar un paseo por los andenes.

Podían escuchar el silbido de los trenes mientras pasaban rápidamente frente a ellos. Airam no podía contener su emoción y comenzó a saltar y reír junto a sus padres. Era como si todo el cansancio del día en el colegio hubiera desaparecido por completo.

Mientras recorrían la estación, vieron cómo las personas subían y bajaban apuradas del tren. También observaron cómo los conductores trabajaban arduamente para asegurarse de que todo funcionara correctamente.

Airam quedó fascinado con cada detalle: desde las ruedas gigantes hasta las ventanas relucientes. Imaginaba cómo sería viajar en esos trenes y visitar lugares nuevos. Sus padres notaron lo feliz que se sentía Airam en ese momento y decidieron hacer algo aún más especial.

Compraron boletos para subirse a uno de los trenes y dar un paseo corto por los alrededores. Airam no podía creerlo, ¡iba a viajar en un verdadero tren! Subió emocionado junto a sus papás y rápidamente encontraron un asiento cerca de la ventana.

El tren comenzó a moverse lentamente, pero poco a poco fue tomando velocidad. A medida que el paisaje pasaba velozmente frente a ellos, Airam se dio cuenta de algo muy importante.

Aunque el colegio no fuera su lugar favorito, había muchas cosas interesantes por descubrir allí también. Al igual que los conductores de trenes, tenía la oportunidad de aprender cosas nuevas cada día. Esa tarde en la estación de tren cambió totalmente la actitud de Airam hacia el colegio.

Ahora entendía que aunque algunas actividades fueran difíciles o aburridas, siempre había algo emocionante esperándolo después del colegio.

Desde aquel día, Airam dejó de llorar al tener que quedarse en el colegio y empezó a disfrutar más cada momento allí. Sabía que al final del día lo esperaban aventuras junto a su familia y nuevos aprendizajes como si estuviera subido en un tren rumbo hacia un destino desconocido.

Y así, con una sonrisa en su rostro, Airam aprendió que incluso cuando las cosas parecen difíciles, siempre hay una manera de encontrar felicidad y emoción en cada experiencia.

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