Un viaje inolvidable


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Aventurilla, donde la Montaña y la Playa eran los mejores amigos. Siempre estaban juntos, compartiendo momentos de diversión y alegría. Un día, la Montaña se despertó con mucha hambre.

Había estado pensando en probar algo nuevo y emocionante.

Se acercó a la Playa y le dijo:- ¡Playa, tengo muchas ganas de hacer deporte! ¿Te gustaría venir conmigo a explorar el bosque que está al otro lado del río? La Playa, emocionada por la propuesta de su amiga Montaña, aceptó de inmediato. Juntas se prepararon para la aventura: se pusieron sus zapatillas deportivas, agarraron agua y algunas frutas para llevar en el camino.

Cruzaron el río con entusiasmo y comenzaron a adentrarse en el frondoso bosque. La Montaña estaba radiante de felicidad por estar haciendo algo diferente, mientras que la Playa disfrutaba cada paso que daban juntas. De repente, escucharon un ruido extraño entre los árboles.

Se detuvieron y vieron a un grupo de animales jugando fútbol en una clara del bosque. La Montaña y la Playa se acercaron curiosas para observar el partido.

- ¡Hola! ¿Podemos unirnos a jugar con ustedes? -preguntó la Montaña con emoción. Los animales les dieron una cálida bienvenida e invitaron a Montaña y Playa a participar en el partido. Fue una experiencia increíble: correr entre los árboles, patear el balón y compartir risas con nuevos amigos.

Después del partido, los animales invitaron a Montaña y Playa a quedarse a comer con ellos. Prepararon una deliciosa comida llena de frutas frescas y vegetales cultivados en el bosque. Todos compartieron historias divertidas mientras disfrutaban de la comida juntos.

Al atardecer, cuando ya era hora de regresar al pueblo, la Montaña miró a su amiga Playa con cariño y le dijo:- Gracias por acompañarme en esta aventura tan especial.

Aprendí que no importa si estamos en lo alto o junto al mar; lo importante es disfrutar cada momento juntas haciendo cosas nuevas. La Playa sonrió felizmente y abrazó a su amiga Montaña.

Desde ese día, la Montaña y la Playa siguieron explorando juntas nuevas experiencias llenas de felicidad, deporte e incluso saciando esa hambre constante por descubrir más sobre el mundo que las rodeaba.

Y así fue como dos grandes amigas demostraron que no importaba cuán diferentes fueran sus mundos (la montaña representando lo terrenal e imponente; mientras que playa simbolizando lo relajado) podían complementarse perfectamente siempre manteniendo vivacidad pasión por todo cuanto hacían.

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