Un Viaje Inolvidable



Era una hermosa mañana de sábado cuando Juanito despertó con una sonrisa en su rostro. Era el día del esperado viaje familiar a la granja de su abuelo, un lugar lleno de aventuras y sorpresas. Mientras bajaba las escaleras, escuchó a su mamá en la cocina.

"¡Buenos días, Juanito! Espero que estés listo para la gran aventura."

"¡Sí, mamá! Estoy muy emocionado. ¿Puedo llevar mi pelota de fútbol?"

"Por supuesto, pero recuerda que también debemos llevar algo de comida para el camino."

Juanito ayudó a su mamá a preparar sándwiches y colocar las frutas frescas en una canasta. Luego, su hermana Sofía se unió a ellos con su muñeca favorita.

"¿Llevamos a mi muñeca, verdad? Ella también quiere conocer a abuelo."

"Claro, Sofía. ¡Ella será nuestra compañera de viaje!" respondió su papá, que entraba a la cocina con una mochila.

Después de unos minutos, la familia completó su preparación y partieron en su auto. En el camino, Juanito había preparado un playlist con sus canciones favoritas.

Mientras disfrutaban del viaje, algo increíble sucedió. De repente, el auto empezó a hacer un ruidito extraño.

"¿Qué fue eso?" preguntó su mamá, mirando preocupada por la ventana.

"Suena como si tuviéramos un problema con uno de los neumáticos", dijo su papá, mientras se detenía al costado de la carretera.

Juanito y Sofía intercambiaron miradas nerviosas.

"¿Vamos a quedarnos aquí para siempre?" preguntó Sofía.

"No, no te asustes. Seguro que es algo que podemos solucionar", dijo Juanito para calmar a su hermana.

Papá salió del auto para revisar el problema. Después de unos minutos, volvió y dijo:

"Chicos, tenemos un pequeño pinchazo en la rueda. Voy a cambiarla. Mientras tanto, ¿qué les parece si aprovechan y recorren un poco este lindo lugar?"

"¡Sí, vamos a explorar!" exclamó Juanito entusiasmado.

La familia decidió caminar un poco por un senderito que parecía llevar a un pequeño claro. Mientras caminaban, encontraron algunas flores y mariposas de colores. Sofía se agachó para mirar más de cerca una mariposa.

"¡Miren lo lindas que son! ¿Creen que me dejarán tocarlas?" preguntó.

"¡Intentalo! Solo asegúrate de ser suave", sugirió Juanito.

Siguiendo el sendero, se encontraron con un grupo de animales que parecían estar disfrutando del día soleado. Había conejitos, pájaros cantores y hasta una curiosa tortuga que se asomaba lentamente.

"¡Qué lindo!" dijo Sofía,

"¿Podemos tocarlos?"

"Claro, pero con mucho cuidado", respondió mamá.

Así, la familia se divertía interactuando con los animalitos, cuando de repente, Sofía notó un árbol gigante a lo lejos.

"¡Miren ese árbol! ¡Es enorme!" exclamó.

"Vamos a ver de cerca", propuso Juanito, tomando la delantera.

Al llegar al árbol, se dieron cuenta de que había un pequeño refugio improvisado justo al lado de sus raíces, lleno de ramitas y hojas.

"¿Quién habrá hecho esto?" preguntó Juanito, curioso.

"Podríamos imaginarnos que es la casa de un pequeño duende que vive aquí", sugirió Sofía con su rostro lleno de asombro.

Así que comenzaron a crear historias sobre el misterioso duende. De repente, un sonido proveniente de las ramas los distrajo. Era una ardilla, que, al verse rodeada, salió corriendo por el árbol.

"¡Mirá, un duende de verdad!" dijo Juanito riendo.

"¡Mira cómo corre!" agregó Sofía, imitándola.

Mientras tanto, papá terminó de cambiar la rueda y se unió a ellos.

"¿Qué están haciendo, pequeños exploradores?" preguntó sonriendo.

"¡Creando historias sobre un duende! ¿Querés unirte a nosotros?" propuso Juanito.

Pasaron el tiempo inventando relatos divertidos y disfrutaron del aire fresco hasta que papá dijo:

"Es hora de seguir nuestro camino. Creo que el duende se quedó con ganas de jugar también."

Regresaron al auto, felices y contentos. El viaje continuó y finalmente llegaron a la granja. Allí, el abuelo los recibió con grandes abrazos y sonrisas.

"¡Qué alegría verlos! ¿Listos para la aventura?" dijo el abuelo alzando a Sofía sobre sus hombros.

"¡Sí! Y también hemos estado contando historias sobre un duende que vive en un árbol!" dijo Juanito. El abuelo sonrió, y les dijo:

"Eso me recuerda que hay muchos misterios que descubrir en esta granja, así que no perdamos tiempo, ¡vamos a explorar juntos!"

Y así, la familia comenzó su día en la granja con nuevas historias, risas y juegos, sintiéndose más cerca que nunca, y siempre recordando que los mejores momentos se crean juntos, sin importar lo que pueda pasar en el camino.

FIN.

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