Un Viaje Inolvidable a Entre Ríos
Era un cálido lunes de noviembre cuando los egresados de la escuela primaria San Martín se reunieron en la plaza del pueblo, todos emocionados por el viaje que estaban a punto de emprender. El destino era Entre Ríos, un lugar famoso por sus ríos, paisajes y muchas aventuras.
"¡No puedo creer que finalmente llegó el día!" exclamó Lila, con su mochila rosa llena de sorpresas.
"Y pensar que hace unos meses soñábamos con esto en clase" respondió su amigo Tomás, mientras revisaba la lista de cosas que llevarían.
"¿Están listos para la aventura?" preguntó la profesora Marta, sonriendo.
El grupo subió al autobús con entusiasmo, y tras unas horas de viaje, llegaron al campamento, que se encontraba a orillas del río Paraná. Los árboles frondosos y el aire fresco contagiaban energía en el ambiente.
La primera actividad fue una excursión en kayak.
"¿Alguna vez hiciste kayak, Lila?" preguntó en tono burlón su compañero Lucas.
"No, pero estoy lista para aprender!" respondió ella con determinación.
Mientras los chicos remaban, un grupo de patos salió a su encuentro en el agua.
"¡Miren, son unos patitos!" dijo Ana, apuntando emocionada.
"¡Son tan tiernos!" agregó Lila, intentando darle de comer un poco de pan.
Tras la excursión, continuaron con otras actividades, como escalada en pared y juegos en equipo. Sin embargo, lo que parecía ser un viaje perfecto, dio un giro inesperado. Una tarde, mientras exploraban el bosque cercano, se dieron cuenta de que uno de los compañeros, Emiliano, había desaparecido.
"¡Emiliano!" gritaron todos, pero sólo escucharon el eco de sus voces.
Los chicos se asustaron y comenzaron a buscarlo.
"No podemos separarnos, mejor formemos grupos" propuso Tomás, intentando mantener la calma.
"Yo iré con Lila y Ana" dijo Lucas, decidido.
Después de mucho buscar, se toparon con un claro. Allí, encontraron a Emiliano sentado sobre una roca, atrapado en su propio pensamiento.
"¿Qué hacés acá, Emiliano?" preguntó Lila, preocupada.
"Es que me perdí mientras trataba de seguir a una mariposa. Me acuerdo que era roja y volaba rápido..." explicó él, algo avergonzado.
"¡Al menos estás bien!" exclamó Tomás.
Decidieron regresar juntos al campamento, pero en el camino, Emiliano se dio cuenta de que había perdido algo importante: su brújula.
"¡Oh no! La brújula que me regaló mi abuela!" se lamentó.
"No te preocupes, podemos buscarla juntos" le dijo Lila, sintiendo la empatía hacia su amigo.
"Sí, es importante que aprendamos a trabajar en equipo y ayudar a los demás" agregó Ana.
Entonces, los cuatro amigos se pusieron a buscar la brújula. Al final, se dieron cuenta de que había caído cerca de un árbol caído.
"¡La encontré!" gritó Emiliano con alegría.
El regreso al campamento fue festivo, con anécdotas y risas. Durante la cena, los chicos contaron la aventura a sus compañeros.
"¿Vieron que a veces, lo mejor del viaje es lo inesperado?" reflexionó la profesora Marta.
"Sí, aprendimos a ayudarnos y a ser un gran equipo" concluyó Tomás.
Los días pasaron, llenos de aprendizaje y nuevas experiencias. De regreso en casa, los chicos no solo llevaban souvenirs, sino también un profundo sentido de amistad y colaboración.
"Este fue el mejor viaje de nuestra vida" dijo en voz alta Lila al despedirse de sus amigos.
"¡Vamos a seguir haciendo recuerdos como este!" respondió Emiliano, con una sonrisa de oreja a oreja.
En ese momento, todos supieron que lo que había empezado como un simple viaje, se había transformado en una hermosa historia de amistad y aprendizaje que siempre llevarían en sus corazones.
FIN.