Un Viaje Mágico
Había una vez en el pueblo de Villa Encantada, una casa misteriosa y abandonada conocida por todos como "La Casa en Brujada".
Se decía que estaba habitada por una bruja malvada que lanzaba hechizos a todo aquel que se acercara. Los niños del pueblo temían ese lugar y evitaban pasar cerca de allí. Un día, tres valientes amigos, Juani, Martina y Facu, decidieron desafiar sus miedos y explorar la Casa en Brujada.
Armados con linterna, mapas dibujados en hojas de cuaderno y mucha valentía, se adentraron en el oscuro sendero que llevaba a la casa. Al llegar a la puerta principal, esta se abrió lentamente con un crujido escalofriante.
Los niños entraron cautelosos pero determinados a descubrir los secretos que escondía aquel lugar. Lo primero que notaron fue lo oscuro y polvoriento que estaba todo. Telarañas colgaban del techo y muebles cubiertos de mantas blancas parecían fantasmas acechando en cada rincón.
-¡Qué miedo! -susurró Martina temblando. -No tengamos miedo, juntos podemos descubrir qué hay aquí -dijo Juani tratando de infundir coraje en sus amigos. Exploraron habitación tras habitación encontrando antiguos libros de hechicería, pociones olvidadas y objetos extraños.
De repente, escucharon un ruido proveniente del sótano. Con paso lento pero decidido bajaron las escaleras hasta llegar a una sala iluminada por velas donde una anciana les esperaba sentada frente a un caldero humeante.
-¡Bienvenidos intrépidos visitantes! Veo que no sucumbieron al miedo como muchos otros. Soy Agatha, la antigua dueña de esta casa -dijo la anciana con voz suave.
Los niños sorprendidos escuchaban atentamente mientras Agatha les contaba su historia: cómo había sido rechazada por ser diferente y cómo había aprendido a usar la magia para protegerse y ayudar a otros. -Lamentablemente mi reputación me precedió y nadie quiso conocerme realmente.
Pero ustedes han demostrado valentía y compasión al enfrentar sus propios temores para descubrir la verdad -continuó Agatha mirándolos con cariño- Ahora les enseñaré algo especial como recompensa por su bondad. Agatha les mostró cómo usar la magia para hacer el bien: curar plantas enfermas, traer luz a lugares oscuros e inspirar alegría en los corazones tristes.
Los niños aprendieron con entusiasmo cada lección mientras su amistad se fortalecía aún más en aquella aventura inesperada.
Finalmente, cuando llegó el momento de despedirse, Agatha les entregó un pequeño frasco con polvo brillante y les dijo:-Este polvo es magia pura; úsenlo sabiamente para ayudar a quienes lo necesiten y recuerden siempre que el valor verdadero está en el corazón noble como el de ustedes.
Los tres amigos salieron de la Casa en Brujada con sonrisas radiantes sabiendo que habían encontrado mucho más que simples hechizos: habían descubierto el poder del amor incondicional y la amistad verdadera.
FIN.